Las cartas y la posterior llamada del narcotraficante Quirino Ernesto Paulino, más allá de sus terribles implicaciones políticas, debe dejar una lección a periodistas, comunicadores y a la gente que se dedica a hacer opinión en los medios de comunicación. La importancia de la credibilidad periodística.
Mientras el tema fue originalmente tratado por Salvador Holguín en su programa y periódico digital “Hilando Fino”, pocos dieron crédito a lo que él define como su “palo periodístico”. De poco le sirvió tener en su poder tan importantes revelaciones. Envió notas, publicó las cartas en las redes sociales, pataleó, brincó y nadie se inmutó. “Puede ser verdad lo que dice –escuché en más de una ocasión decir- pero el problema es la fuente”. Muy penoso.
Por qué? Holguín ha hecho fama por sus declaraciones estrambóticas y el envío de cientos notas a medios y periodistas, por lo que se le conoce en el ámbito de la comunicación como un “busca sonido”. Es una especie de vedet, al que se le reconoce pocas luces en sus bailes. Su afán ha sido sonar a cualquier precio y eso tarde o temprano se paga. Experiencia dolorosa para quien tiene como oficio la comunicación.
Por ello cuando publica las primeras cartas de Quirino, pocos periodistas y medios importantes se hicieron eco de la terrorífica denuncia, que implica al expresidente de la República Leonel Fernández. “Otra locura de Salvador”, escuché decir a algunos.
Sin embargo, no fue hasta la llamada del exconvicto por narco al programa “El Gobierno de la Mañana”, de la emisora la Z, cuando lo dicho y publicado tomara visos de verdad. Y no es que la Z y muchos de sus comunicadores sean artífices de la credibilidad, pero ahora era diferente. La voz de “El Don” retumbó en el dial y en los oídos de medio país. El otro 50 por ciento lo escucha ahora como mensaje viral en teléfonos móviles y computadores. Y ya todo es irrefutable. Doloroso. El notición que el señor Holguín tuvo durante semanas como exclusiva no fue verdad hasta que otro lo dijo.
El mensaje es claro: Ni hablar alto, ni hablar mucho, es sinónimo de verdad. Todo lo contrario, puede dar pies a cometer grandes errores. Las muchas denuncias sin pruebas provocan que la audiencia deje de creer en el medio o la persona que lo dice.
Entonces, que nos sirva a todos. El quién lo dijo sí importa mucho, coloca un sello, una marca que certifica: Creíble, NO creíble.