Desde el principio de la humanidad, el aspecto económico ha sido fundamental en todas las sociedades, al punto de que muchos de sus grandes protagonistas han sido víctimas del deseo incontrolable de poseer riquezas.
Los últimos años han sido aleccionadores para una serie de hombres y mujeres, que se han aprovechado de las posiciones públicas, incluso las más relevantes, como presidentes de naciones, para cometer fechorías y trastadas de toda naturaleza.
Y aunque en determinados momentos han tenido un control absoluto de la justicia, tarde o temprano esta se quita la venda y ‘desenvaina la espada’ para procesar sus fechorías, tanto así que hoy muchos están detrás de las rejas o a punto de ingresar.
Lo económico cada día torna más preponderante en todos los segmentos, sin importar el país, y una muestra es que en los deportes se han convertido en un elemento fundamental para su desarrollo y difusión.
En la medida en que esta situación se hace más difícil para esa mayoría, en esa misma dirección a la gente le importa un comino los posibles resultados de las competencias, a pesar de que siempre se ha sostenido que a los pueblos hay que darles pan y circo, y que los deportes se ubican como el espectáculo preferido.
La crisis económica, entonces, es la razón fundamental para que casi al 60 % de los brasileños, un pueblo “enfermo” con el fútbol, le dé lo mismo perder o ganar el Mundial que inicia mañana en Rusia.
Mientras eso sucede en Brasil, por estos lares unos juegan a defender su inocencia y otros a la culpabilidad de personeros que tenían la imperiosa obligación de “defender” los mejores intereses de la gran mayoría de los dominicanos.
Así las cosas, habrá que lanzar el grito del Chapulín Colorado: “Y ahora, ¿quién podrá defendernos?”.