¿Quién pagará por ese crimen?

¿Quién pagará por ese crimen?

¿Quién pagará por ese crimen?

Era un día normal para Porfirio Sánchez de 48 años quién madrugó para contar y organizar sus piñas y así temprano en la mañana venderlas y generar la ganancia del día y quién sabe si del mes.

Contar piñas era la última obra terrenal que realizaría Sánchez ese fatídico día que la muerte le visitó y trajo lamentos a sus familiares que hoy lloran su partida abrupta, y con la agonía de que los culpables no están tras las rejas.

El espacio de Sánchez en el mercado Nuevo quedó vacío, ya que la vida no le dio la oportunidad de llegar a vender sus piñas que con tanto esfuerzo había traído desde Cotuí hasta la ciudad.

Una bala sin motivo le arrebató la vida en medio de un operativo oficial de la DNCD y efectivos de la FFAA que terminó con una lluvia de balas en la calle 42 de Capotillo. Aún no se sabe quién la inició la balacera.

La DNCD y los efectivos alegan que hombres desde una azotea les dispararon alcanzando a las víctimas, mientras que los moradores del lugar niegan la versión manifestando que fueron los oficiales que dispararon a mansalva por solamente arrojarles una botella.

¿Quién tendrá la verdad?, ¿la palabra de los oficiales o la de los residentes y familiares de las víctimas? Este dilema evoca a la pelea de la piedra y el huevo, quién tenga más fuerza es quién la gana.

Sobre el caso, varios militares participantes del operativo están bajo investigación.

Seguimos confiando en la imparcialidad de esta comisión encargada de investigar y concluir con la verdad de los hechos.

Mientras tanto, de Porfirio Sánchez solo quedan sus dolientes sumergidos en el desconsuelo y una incertidumbre entre los dominicanos que salimos de nuestros hogares día a día para buscar el sustento sin saber si regresaremos con vida.

 

*Johanna Matos es periodista