No es mi propósito discutir lo relativo a la fecha de nacimiento de Jesús. Me interesa tratar, en el breve espacio de este artículo, aspectos sobre su vida.

En ese sentido destacaré de entrada la opción de Jesús por la pobreza y por los pobres.

El nació pobre, vivió pobre y murió en la pobreza. Los seguidores del neoliberalismo y de algunas teorías de “superación personal” estimarán, por tanto, que fue un perdedor, un fracasado. A lo que responderé que no puede ser concebido como perdedor quien cuyo nacimiento ha servido para demarcar la historia de la humanidad, y quien a más de 2000 años, sigue siendo un referente esencial de justicia, amor y dignidad.

Su opción por los pobres fue clara, escogiendo entre sus seguidores a simples pescadores, jornaleros, cuidadores de ovejas, desamparados, hambrientos, viudas y huérfanos.

Llegó a identificarse con éstos a tal punto que dijo, “lo que hiciste a éstos a mí me lo hiciste”. Con la gente del pueblo se relacionó, predicándole y educándola para hacer de esa gente, personas libres y responsables.

Jesús fue un innovador, un revolucionario, un transgresor del orden; fue al templo y corrió a los mercaderes que lo habían convertido en “una cueva de ladrones”; impugnó la intocabilidad del sábado, aun para hacer el bien;defendió y valorizó a la mujer contra todo tipo de hipócritas y farsantes, desafiándolos a tirar la “primera piedra”; tuvo entre sus seguidores a antiguas prostitutas, así como a viejos actuantes como recaudadores de impuestos.

Jesús sostiene una nueva concepción del “prójimo”, de la solidaridad e internacionalismo en la parábola del samaritano (extranjero) asistiendo a un asaltado y herido, diferente a lo que hicieron un sacerdote y un connacional.

La franqueza de Jesús no tuvo límite, al punto de denominar a sus contradictores fariseos como “sepulcros blanqueados”.

Lo anterior permite decir que los que maniobraron para condenar a Jesús, tenían motivos de sobra para odiarlo, pero no justificaciones fundamentadas en la verdad. Eduardo Galeano dijo que dos de los hombres más justos, Sócrates y Jesús, murieron víctimas de la “justicia”.

Como en su tiempo, Jesús sigue siendo incomprendido. En nuestro país, como en diferentes partes del mundo, la celebración de su nacimiento toma senderos muy distintos a los que él representó.

El elevado consumismo promovido y practicado en el período, la desbocada ingestión de bebidas alcohólicas, que incrementa riñas, accidentes de tránsito ymuertes (y que es estimulada por la liberalización oficial de los horarios para el consumo de alcohol en la fecha), así como la acentuada desigualdad social resaltadas en navidad, son condiciones distantes y paradójicas con el tipo de vida predicada y vivida por Jesús.

Concienticemos y luchemos por la celebración de nuevas navidades inscritas en una línea de superación de las condiciones de vida de nuestras mayorías sufrientes.