Elías Brache
“No hay honor entre ladrones”.
En las últimas semanas, diferentes hechos hacen replantear con quien verdaderamente uno cuenta en la vida.
Han sido días de incertidumbre y autoexamen. ¿Qué soy para otro ser humano? ¿Cuál es el concepto de amistad o compañerismo que posee este a quien yo llamo amigo?
Ciertamente, hay reglas generales que siempre consideré cuasi sagradas, una de ellas por ejemplo la de mis padres, si estos me hubiesen fallado no creo que hubiera podido confiar en nadie más sobre la faz de la tierra. Sí, suena iluso, pero simplemente quizás por las condiciones humanas de los padres que tuve no me hubiera pasado por la cabeza que mis padres se decantaran por lo incorrecto, por lo mal hecho.
Algo que me hubiera desequilibrado sería saber que mis amigos de infancia no eran tales, ¿cómo es posible que quien me regaló un chicle o un trago de Coca Cola, resultara ser un vulgar delincuente, un asesino, y yo nunca pude descifrarlo?, ¿cuándo y por qué cambió?
Y ojo, que no se trata de haber vivido en una cajita de cristal, todo lo contrario, si de algo hay que agradecer a Dios es colocarnos en situaciones donde hubo que tomar la decisión honrosa y correcta, y si, algunas veces es la de perdonar cuando el arrepentimiento es sincero.
Recuerdo a un amigo pararse frente a todos y confesar que era un narco y que estuvo preso, por eso nunca más habíamos vuelto a saber de él. Lloró, pidió perdón y lo abrazamos y perdonamos, unos meses atrás un infarto acabó con él, no lo recordaremos por su error, pero por su arrepentimiento.
La política debe ser uno o el más improbable escenario para encontrar amistades sinceras, y si por algún milagro se encuentra una, está basada en las condiciones personales y no las políticas. Eres amigo por los valores que te impulsan, no por el partido que impulsas, pues en estos últimos hay de todo.
Actualmente, los cimientos de la sociedad se encuentran sacudidos por un caso donde los conceptos de amistad y compañerismo son retorcidos y desfigurados. Los amigos y/o compañeros no se asocian para actos reñidos con la ley, esos son cómplices. Quienes manipulan los conceptos de amistad bajo lealtades con fines mafiosos no tuvieron la formación de hogar necesaria para entender la profundidad y dimensión de la palabra amigo, por ello la confundieron con cómplices.
Es en este escenario donde la justicia hará una labor que trasciende a la corteza moral sobre la que debemos refundar el país que nos vio nacer.
Así pues, de forma colateral asistimos a una redefinición de un concepto: ¿Quién es tu amigo?
