Tras semanas de espera, Pedro Castillo fue oficialmente proclamado presidente de Perú, tarea que encarará a partir del 28 de julio con una parte del país en contra.
El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) resolvió finalmente las impugnaciones presentadas por su rival, Keiko Fujimori, tras las ajustadas elecciones del 6 de junio y declaró ganador a Castillo.
El ya presidente electo enfrentará fuertes resistencias tras una elección y una batalla posterior que han mostrado la división del país.
Y lo hará bajo un fuerte escrutinio y con dudas sobre el desempeño de un hombre recién llegado a la política.
Anécdotas que también reflejan una nueva manera de entender y hacer la política que sedujo a una mayoría de peruanos, afligidos por la triple crisis de salud, económica y política.
«Yo sí sé lo que es barrer una escuela«, dijo en el último debate presidencial, en el que esbozó pocas propuestas, pero subrayó su condición de maestro rural de 51 años, sindicalista y defensor de las clases más pobres.
La victoria sobre Keiko Fujimori, hija del expresidente Albert Fujimori y que intentaba por tercera vez acceder a la presidencia, llega en un momento en el que la pandemia ha puesto de manifiesto las desigualdades de un país que durante décadas disfrutó de una buena salud macroeconómica gracias a su disciplina fiscal.
Y por ello, su perfil y su discurso fueron claves en un triunfo que reactiva a la izquierda en América Latina.
Su partido, Perú Libre, se define como de izquierda marxista y Castillo ha abogado por el proteccionismo y por el desafío a las grandes mineras, aunque en la fase final de la campaña y en estas semanas de tensión ha mostrado un perfil más centrista.
Pero ¿quién es Castillo y cuáles son sus propuestas?
«Palabra de maestro»
«Palabra de maestro», suele decir Castillo para cerrar sus argumentos.
El izquierdista hizo de su profesión uno de los ejes de su campaña y del lápiz, su símbolo. El maestro, sobre todo en las zonas rurales de Perú, goza de un prestigio y autoridad que supo aprovechar.
Otro aspecto que lo distingue y que ha explotado es su origen: la región de Cajamarca, en la sierra norte de Perú.
Es una de las zonas más pobres del país, pese a sus ricos yacimientos minerales, y eso le colocó en un buen lugar para argumentar uno de sus lemas de campaña: «No más pobres en un país rico».
Por ello anunció plantar cara a las grandes mineras trasnacionales que explotan los suelos peruanos y en campaña dijo que no reactivará los importantes proyectos mineros de Tía María y Conga por cuestiones de medio ambiente y salud.
Castillo también destaca su pasado como rondero, es decir, miembro de las rondas campesinas, que son unas organizaciones comunales de defensa.
Además del sombrero y el caballo, tanto su oficio como su origen le han permitido situarse del lado de los más necesitados y olvidados, especialmente en la pandemia, que ha sido muy destructiva en Perú, el país con mayor tasa de mortalidad per cápita.
Y por ello tiene su base de apoyo en las zonas rurales, a las que se ha dirigido y que esta vez, aunque por un estrecho margen, han impuesto a su candidato frente a la de Lima.
El sur fue su principal fuente de apoyo frente a Lima y la costa norte, más abierta a los mercados y a Fujimori.
De acuerdo con Carlos Meléndez, académico de la Universidad Diego Portales e investigador peruano, la base principal de apoyo de Castillo está justamente allí, en el pueblo rural y del interior del país.
«Lima y la costa norte son pro establishment y votan por Keiko Fujimori. Y el resto del país, el mundo andino, vota por Castillo», resumió antes de la elección del 6 de junio.
«Quisiera saludar a los pueblos más olvidados de mi patria, saludar a los hombres y mujeres que están en el último rincón del país», afirmó Castillo en la plaza de armas de Tacabamba el 11 de abril, cuando fue el candidato más votado en la primera vuelta.
«Al pueblo peruano se le acaba de quitar la venda de los ojos… Han tenido tiempo suficiente, décadas, pero ¡cómo dejan al país! Llegas a Lima Metropolitana, a las grandes ciudades y encuentras los lugares con opulencia que no miran más allá de su nariz», agregó frente a las multitudes que atrajeron sus mítines, donde remarcó la diferencia de clases.
Un político nuevo y «limpio»
Pero otro aspecto clave es que Castillo se presentó como alguien nuevo, alejado del establishment en un momento en el que los peruanos sienten desafección por los políticos y partidos tras las crisis institucionales que han llevado a que haya habido cuatro presidentes en cinco años.
Esa misma crisis podría ser un problema para él en el futuro porque no tiene mayoría en el Congreso, donde podría trasladarse la disputa legal que ha mantenido Keiko Fujimori las últimas semanas.
Y la novedad de su irrupción política le ha permitido mantenerse limpio ante la corrupción, otro de los graves problemas del país y por la que está inhabilitado su mentor y fundador del partido Perú Libre, el controversial Vladimir Cerrón.
¿Qué propone?
Castillo fue moderando su discurso con el paso de la campaña y tras la elección del 6 de junio. Trata de desarticular el discurso del miedo al comunismo que en Perú se relaciona casi de manera instintiva con grupos armados como Sendero Luminoso.
Fujimori atacó a Castillo por el hecho de que miembros de Perú Libre pertenezcan al Movadef, un movimiento que pide la liberación de los civiles, policías y militares implicados en la guerra interna desatada en el país por el grupo de ideología «marxista-leninista-maoísta» que buscaba el poder por medio de la lucha armada.
Para tratar de eludir esas etiquetas, Castillo ha asegurado que no peligra la propiedad privada ni los ahorros de los peruanos, aunque ha hablado de nacionalizar empresas estratégicas, sobre todo en el sector minero, principal fuente de divisas del país.
En estas semanas de espera envió varios mensajes de confianza a los mercados, quizás temerosos de la inestabilidad y de la incertidumbre por el cambio que puede suponer Castillo.
Durante la campaña de la segunda vuelta trató especialmente de desmarcarse de la extrema izquierda que define a Cerrón, pero aún así su propuesta de «economía popular con mercados» despierta temores en el sector empresarial del país y del exterior.
Habló de nacionalizar «el oro, la plata, el uranio, el cobre y el litio» y otros sectores estratégicos, pero luego se desdijo.
Propone que «los monopolios y oligopolios estén más regulados» y defiende una mayor presencia del Estado en la economía, lo que rompería con el modelo económico del país mantenido por los diferentes presidentes en las últimas décadas.
Aunque no está en contra de la actividad privada, dice que siempre debe traducirse en «beneficio de la mayoría de los peruanos».
Castillo también ha planteado aumentar fuertemente el presupuesto para la agricultura y la educación, ha criticado el actual sistema privado de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) -proponiendo el fortalecimiento del Sistema Nacional de Pensiones- y ha dicho que se deben reformular los tratados internacionales de Perú para dejar de ser un «país sometido» a Estados Unidos.
«Castillo nace de una cuna maoísta, que cree que la revolución debe hacerse del campo a la ciudad. Tiene un antecedente de sindicalismo rural que viene del magisterio y de las rondas campesinas, que le permiten asentarse en dos tejidos sociales permanentemente activos», explicó Meléndez a BBC Mundo.
Además, Castillo ha propuesto «desactivar» el Tribunal Constitucional del país y dotarlo de nuevos representantes elegidos por la ciudadanía.
«Esto es muy importante pues está planteando un mecanismo de democracia directa para desbancar el equilibrio de poderes y órganos de control», explicó el académico peruano.
También habla de una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución, tarea compleja sin la mayoría en el Congreso, y acabar así con la Carta Magna de 1993 que impulsó Alberto Fujimori, el padre de quien fue ahora su rival.
En lo social, Castillo es conservador
«Es revolucionario respecto a la economía pero socialmente muy conservador. El movimiento MeToo, por ejemplo, no pasa por esta izquierda», explicó Meléndez.
Durante la campaña, Castillo generó polémica al hablar del maltrato y la violencia contra la mujer.
«El feminicidio es producto de la ociosidad que genera el mismo Estado, la desocupación, la delincuencia», aseguró.
El presidente electo se ha mostrado en contra de políticas sociales como el aborto o el matrimonio homosexual, y es conservador en asuntos como la lucha contra la inseguridad, apoyando la mano dura en términos de orden público.
Especialmente en lo económico Castillo ha sido poco claro con sus propuestas, por lo que a partir del 28 de julio habrá que ver si sigue el camino radical que defiende el ideólogo Cerrón o si modera sus políticas una vez en el palacio presidencial, tal y como ha dejado entrever las últimas semanas.
¿Cómo saltó a la política?
Castillo adquirió notoriedad en 2017 al dirigir una huelga de profesores en varias regiones del país que se extendió por 75 días. Los manifestantes exigían, entre otras cosas, un aumento de sueldos para los maestros peruanos.
Tres años después, en 2020, anunció su candidatura presidencial representando a Perú Libre luego de que el líder de ese partido, Cerrón, fuera inhabilitado y condenado a tres años y nueve meses de prisión suspendida por negociación incompatible y aprovechamiento del cargo cuando era gobernador de Junín.
Castillo ha dicho que la condena contra Cerrón forma parte de una campaña de «la corrupción» del Estado, en lo que califica «persecución política».
¿El Evo Morales peruano?
El triunfo de Castillo, que ya fue el más votado en la primera vuelta en abril, sorprendió a muchos expertos y analistas electorales peruanos.
«El establishment mediático, encerrado en Twitter, se dio cuenta de que hay redes sociales reales por donde realmente pasa el mundo», le dijo a BBC Mundo el académico Carlos Meléndez, de la Universidad Diego Portales.
«Hay mucha gente que ha subestimado a Pedro Castillo, inclusive en el partido, en la izquierda criolla y los partidos de derecha», dijo Cerrón al diario peruano El Comercio durante la campaña.
Luego de que se hiciera público el triunfo de Castillo en la primera vuelta presidencial, el expresidente de Bolivia Evo Morales señaló que existe una relación entre las propuestas del peruano y las de su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS).
«Él (Pedro Castillo) dijo: me voy a rebajar sueldo y salario, lo que hicimos en Bolivia. Segundo: voy a garantizar asamblea constituyente para refundar el Perú, nuestra política. Tercero: voy nacionalizar minería e hidrocarburos, esa es nuestra política», aseveró el exmandatario boliviano.
Para Meléndez, Castillo «es la misma especie política de Evo Morales».
«Es del mismo linaje pero con los matices de la vida política en el Perú. Si gana, va a tratar de ir por ese mismo camino (…) El modelo del MAS es el que ha ganado en el Perú», agrega.
También se la ha comparado con el ecuatoriano Rafael Correa, aunque el propio Castillo ha tratado de alejarse de otros referentes de izquierda mucho menos populares como Hugo Chávez o Nicolás Maduro en Venezuela.
Las dificultades que asoman en el horizonte de Castillo y la expectativa de que sea un reformista de izquierda ponen de nuevo a Perú en el centro de la escena política regional.