«El papa Francisco debe ser el primero en dar un buen ejemplo a los cardenales y obispos que encubrieron los abusos de McCarrick y renunciar junto con todos ellos».
Las duras palabras dirigidas al jefe de la Iglesia católica son del exarzobispo italiano Carlo Maria Viganò, quien en una carta de 11 páginas acusa al Papa de conocer y encubrir abusos sexuales dentro de la institución.
Viganò -cuyo último puesto antes de retirarse en 2016 fue el de nuncio apostólico en Estados Unidos- se refiere en su carta al caso del cardenal estadounidense Theodore McCarrick, quien renunció recientemente luego de ser acusado de abusar sexualmente de un monaguillo.
Aunque tiene fecha del 22 de agosto, el documento fue publicado el domingo en varios medios conservadores, y supone la primera vez que un alto jerarca de la Iglesia católica exige públicamente la renuncia de un Papa.
Actualmente se desconoce el paradero del exarzobispo.
Antes de publicar el controvertido documento, ofreció una entrevista al periodista italiano Aldo María Valli, publicada en su blog un día después. En ella, el periodista asegura que Viganò tenía intenciones de abandonar Italia antes de que la carta saliera a la luz.
«Me dice que ya ha comprado un boleto de avión. Irá al extranjero. No puede decirme dónde», escribió Valli.
Según Edward Pentin, un reportero del periódico religioso National Catholic Register, Viganò «teme que, por la gravedad de sus alegaciones, su vida pueda estar en peligro«.
La publicación de la dura misiva de Viganò coincidió con el segundo día de la visita a Irlanda del papa Francisco a Irlanda, quien pidió «el perdón del Señor» por los recientes escándalos de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia católica en un santuario irlandés de Knock.
Su viaje se produjo además en medio de otra crisis por los abusos a 1.000 niños por parte de unos 300 sacerdotes «depredadores» en Pensilvania, Estados Unidos, documentados por la Corte Suprema de Pensilvania en un reciente informe.
¿Quién es?
Carlo Maria Viganò, de 77 años, nació en Varese, Italia, y fue ordenado sacerdote a sus 27.
Es conocido por ser un aliado de los llamados cardenales «dubia», que han desafiado públicamente al papa Francisco por su «liderazgo informal«.
El grupo ha instado al Papa a corregir sus enseñanzas sobre la vida familiar sugiriendo que puede haber ocasiones en las que un Papa «debe ser desafiado y desobedecido», según Martin Bashir, editor de BBC News especializado en temas de religión.
Viganò tiene un doctorado en Ley Civil y Canónica. Habla italiano, francés, español e inglés.
Se unió al servicio diplomático de la Santa Sede en 1973 y fue enviado en misiones papales a Irak y Reino Unido. A los 51 años, en 1992, fue ordenado obispo.
Ha ocupado importantes posiciones dentro de la Iglesia católica, como la de nuncio apostólico en Nigeria (1992-2009) bajo el mandato de Juan Pablo II; y secretario general del gobernador de la ciudad del Vaticano (2009-2011), convirtiéndose en uno de lo más cercanos al papa Benedicto XVI.
Martin Bashir considera que la carta de Viganò puede «ser parte de un ataque orquestado de aquellos dentro de los niveles superiores de la Iglesia que se han opuesto al papa Francisco desde el momento en que fue elegido en 2013».
¿Por qué acusa al Papa?
Viganò asegura en la polémica carta que él mismo había discutido personalmente con el Papa sobre la conducta inapropiada del cardenal McCarrick, a quien -según el documento- el papa Benedicto XVI había prohibido oficiar misas en público, vivir en un seminario y viajar para impartir conferencias.
Según Viganò, el Papa supo al menos desde el 23 de junio de 2013 que McCarrick era «un depredador en serie«.
«Aunque sabía que se trataba de un hombre corrupto, lo protegió hasta el final», añade.
«No fue hasta que se vio obligado por la noticia de abuso de un menor que tomó medidas para salvar su imagen ante los medios, de nuevo (una decisión) basada en la atención mediática».
El mes pasado el Papa aceptó la renuncia del cardenal.
En su viaje de regreso a Roma desde Irlanda, los periodistas preguntaron al pontífice sobre las graves acusaciones de Viganò. Pero el Papa se negó a comentar al respecto.
No desmintió la versión de Viganò sino que exhortó a los reporteros a leer el documento y juzgarlo «por ustedes mismos».
«Cuando pase un poco de tiempo y hayan sacado sus conclusiones, quizás yo hable», agregó.
El escándalo ocurre en un momento en que la imagen de la santa sede atraviesa una de sus fases más vulnerables en años, también dejando al descubierto rivalidades de larga data entre altos funcionarios de la Iglesia.
En lo que va de 2018, el Papa ha tenido que comparecer en público en varias ocasiones para disculparse por distintos escándalos de abusos sexuales en diferentes países.
Dos días después de que el informe de la Corte Suprema de Pensilvania saliera a la luz pública, el Vaticano emitió un comunicado en el que decían sentir «vergüenza y dolor».
Además, decía que la Iglesia «debe aprender duras lecciones de su pasado y debería haber asunción de responsabilidad tanto por parte de los abusadores como por parte de los que los permitieron».
VatiLeaks
Este no es el primer documento que sitúa a Viganò en el foco de atención, comprometiendo la reputación de la Iglesia católica.
En 2010, la televisión italiana publicó documentos secretos dirigidos al papa Benedicto XVI.
La filtración masiva fue denominada VatiLeaks y contenía cartas de Viganò dirigidas al pontífice en las que denunciaba «corrupción, prevaricación y mala gestión» en la administración del Vaticano y el encubrimiento de algunos de sus miembros tras supuestamente encontrar un déficit millonario.
En 2014, el exnuncio también fue centro de la polémica cuando ordenó a las archidiócesis de Saint Paul y Minneapolis, en Estados Unidos, finalizar la investigación por conducta sexual inapropiada del arzobispo John Nienstedt, lo cual fue visto como un «encubrimiento».
Y en 2016, luego de la insistencia de Viganò, el papa Francisco se reunió con Kim Davis, la funcionaria de Kentucky que se negó a otorgar licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo. Este momento fue visto como un episodio negativo para la Iglesia católica, pues Davis había alegado razones religiosas para su decisión, que fue rechazada en corte.
Ese mismo año, el Papa lo destituyó de sus funciones como nuncio en Estados Unidos.