Alexei Navalny fue el líder de la oposición más importante de Rusia durante la última década.
Su muerte, anunciada este viernes por las autoridades de la prisión donde se encontraba desde fines del año pasado, dentro del Círculo Polar Ártico, significa el fin de una lucha tanto política como personal contra el presidente Vladimir Putin.
Una lucha que lo llevó de tener millones de seguidores tanto en redes sociales como en las calles rusas a diversas condenas en prisiones del país, además de varios atentados en contra de su vida.
Navalny acusó a Putin de «chuparle la sangre a Rusia» a través de un «estado feudal» que concentra el poder en el Kremlin.
El partido del presidente, Rusia Unida, era para el opositor una cueva de «criminales y ladrones».
Ambos hombres nunca se enfrentaron en la urnas.
El líder opositor lo intentó en 2018, pero su candidatura fue vetada después de que un tribunal ruso le condenara por malversación de fondos.
Navalny siempre negó dichas acusaciones, y aseguró que sus disputas legales eran represalias del Kremlin por sus críticas.
Había nacido el 4 de junio de 1976 en Butyn, en la región de Moscú donde se graduó en Derecho en la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos en 1998.
Deja una esposa y dos hijos.
Bloguero anticorrupción
Su ascenso como una voz influyente en la política rusa comenzó en 2008, al denunciar en su blog las malas prácticas y la corrupción en algunas de las grandes corporaciones controladas por el Estado.
Una de sus tácticas fue convertirse en accionista minoritario de las principales compañías petroleras y bancos y hacer preguntas incómodas sobre irregularidades en las finanzas estatales.
En redes sociales, sus seguidores eran predominantemente jóvenes y se dirigía a ellos con un lenguaje agudo y contundente, burlándose del establishment leal al presidente Putin.
Antes de las elecciones parlamentarias de 2011, en las que no se presentó como candidato, instó a los lectores de su blog a votar por cualquier partido excepto por Rusia Unida -el de Putin-, al que apodó el «partido de los criminales y ladrones», una frase que se popularizó.
Rusia Unida ganó las elecciones, pero con una mayoría muy reducida, y su victoria se vio empañada por acusaciones generalizadas de manipulación de votos que provocaron protestas en Moscú y otras ciudades importantes.
Navalny fue arrestado y encarcelado durante 15 días después de la primera protesta, el 5 de diciembre de 2011, pero salió a tiempo para hablar en la mayor de las manifestaciones postelectorales en Moscú, el 24 de diciembre de ese año.
Se calcula que a la misma asistieron unas 120.000 personas.
Putin, sin embargo, fue fácilmente reelegido. Y el poderoso Comité de Investigación de Rusia lanzó investigaciones criminales sobre las actividades previas de Navalny, cuestionando incluso sus credenciales de abogado.
Cuando fue encarcelado brevemente en julio de 2013 por malversación de fondos, la condena fue ampliamente considerada como una decisión política.
La acusación alegaba una supuesta malversación por parte de una filial rusa de la empresa de cosméticos francesa Yves Rocher y de una empresa maderera, Kirovles. Su hermano Oleg fue encarcelado durante tres años y medio y Alexei recibió la misma pena.
Pero, contra todo pronóstico, se le permitió salir de la cárcel para participar en las elecciones a la alcaldía de Moscú, en las que quedó segundo con el 27% de los votos, detrás del aliado de Putin, Sergéi Sobyanin.
El resultado, sin embargo, se consideró un gran éxito, ya que Navalny no tenía acceso a la televisión estatal: dependía solo de internet y del boca a boca.
Su condena, además, fue revocada por el Tribunal Supremo de Rusia, luego de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos determinara que no había tenido una audiencia imparcial en su primer juicio.
Posteriormente, en un nuevo proceso judicial en 2017, fue condenado por segunda vez y recibió una sentencia suspendida de cinco años.
Navalny volvió a calificar el juicio de farsa y aseguró que solo trataban de excluirlo de las elecciones de 2018.
En una ocasión, Navalny dijo a la BBC que lo mejor que podían hacer los estados occidentales por la justicia de Rusia era tomar medidas enérgicas contra el «dinero sucio».
«Quiero que se prohíba la entrada a estos países y se les rechacen visas a la gente involucrada en la corrupción y persecución de los activistas», dijo.
Cuando Navalny fue encarcelado en 2013, le dijo al juez que pelearía con sus compañeros «para destruir el estado feudal que se está construyendo en Rusia, destruir el sistema de gobierno donde el 83% de la riqueza nacional es propiedad de un 0,5% de la población».
Envenenamiento y otros ataques
La batalla de Navalny contra Putin se volvió intensamente personal cuando el opositor acusó al mandatario de haber ordenado a agentes del Estado que le envenenaran, un atentado que casi le cuesta la vida en agosto de 2020.
Navalny se desploomó durante un vuelo sobre Siberia y fue llevado de emergencia a un hospital en Omsk, en el centro del país.
Luego cayó en coma, y una organización humanitaria con sede en Alemania persuadió a funcionarios rusos para que le permitieran trasladarle a Berlín y tratarle.
Días después, el 2 de septiembre, el gobierno alemán reveló que las pruebas realizadas mostraban «signos inequívocos» de envenenamiento por agente nervioso Novichok.
Se trata del mismo químico por el que casi mueren el exespía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia en Inglaterra en marzo de 2018.
El Kremlin negó cualquier rol en el ataque sufrido por Navalny, al que Putin siempre evitaba nombrar en público.
Pero el mandatario sí admitió que el Estado había mantenido bajo vigilancia al opositor, alegando vínculos con espías estadounidenses.
A pesar de las negativas oficiales, el grupo de investigación periodístico Bellingcat publicó que el Servicio Federal de Seguridad (FSB, por sus siglas en inglés) sí ha perseguido a Navalny.
De hecho, Bellingcat nombró a los agentes que sospechaba que habían envenenado al político ruso.
En una ocasión, Navalny se hizo pasar por un alto funcionario de seguridad ruso por teléfono y grabó la confesión de uno de esos agentes.
La Unión Europea impuso sanciones a seis altos funcionarios rusos y a un centro de investigación de armas químicas de Rusia, acusándolos de participación directa en el envenenamiento de Navalny.
Aquel atentado no fue el único sufrido por el opositor.
En 2019 se le diagnosticó «dermatitis de contacto» mientras estaba en la cárcel, y su médico indicó que podría haber estado expuesto a «algún agente tóxico».
También fue atacado dos veces con un tinte verde antiséptico conocido como «zelyonka» y sufrió quemaduras químicas en un ojo.
Últimos años en prisión
El 2 de febrero de 2021, al poco de regresar de Alemania, donde fue tratado del envenenamiento, un tribunal de Moscú encarceló a Navalny por violar los términos de la sentencia suspendida en 2014 por fraude.
El caso en su contra se basó en no presentarse periódicamente a la policía durante 2020. Su equipo legal dijo que eso era absurdo, ya que las autoridades sabían muy bien que estaba recibiendo tratamiento de emergencia en Berlín por el intento de envenenamiento en Siberia.
Después de la condena, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que debía ser liberado inmediatamente debido al riesgo para su vida, pero Rusia rechazó la decisión.
El opositor se declaró en huelga de hambre en protesta porque las autoridades de la colonia penitenciaria de Vladimir, donde permanecía detenido a 100 km al este de Moscú, se negaban a darle el tratamiento adecuado para sus problemas en las piernas y la espalda.
Tras 24 días sin comer, levantó la medida de protesta luego de que sus médicos privados le pidieron que comiera para mantenerse con vida.
En marzo de 2022, su sentencia se incrementó en nueve años después de que fuera declarado culpable de nuevos cargos de malversación de fondos y desacato al tribunal.
En junio de 2022, sus aliados dieron la alarma luego de descubrir que ya no estaba en la prisión donde cumplía su condena.
Las autoridades penitenciarias federales admitieron más tarde que lo habían trasladado a una colonia penal con una reputación dura, la prisión IK-6, a más de 249 kilómetros al este de Moscú, donde, según dijo, lo pusieron repetidamente en régimen de aislamiento.
Y en agosto de 2023 recibió una sentencia adicional de 19 años tras ser acusado de formar y financiar organizaciones y actividades extremistas.
Antes del juicio, dijo que sería sometido a una sentencia al estilo «estalinista» diseñada para asustar a otros oponentes de Putin, pero instó a los rusos a resistir.
Su última sentencia lo llevó a una colonia penitenciaria de máxima seguridad, la IK-3, normalmente reservada para los criminales más peligrosos de Rusia, donde terminaría muriendo este viernes.
Su rol en la oposición
Navalny llevaba varios años siendo un obstáculo para el Kremlin, pero en ese tiempo también acumuló críticas de otros grupos opositores que le acusaban de nacionalista.
En 2014, cuando le preguntaron en una estación de radio sobre la anexión de la península de Crimea en Ucrania, dijo que aunque Crimea había sido «apoderada» violando el derecho internacional, «la realidad es que Crimea es ahora parte de Rusia. Crimea es nuestra».
Su participación en eventos ultranacionalistas causó preocupación entre el sector liberal ruso.
Pero los nacionalistas rusos también desconfiaban de sus vínculos con Estados Unidos después de que él pasara un semestre en la Universidad de Yale, en 2010.
Otro episodio controvertido tuvo lugar cuando la organización de defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional le retiró el estatus de «preso de conciencia» tras ser «bombardeada» con quejas sobre comentarios xenófobos hechos por el político en el pasado.
Amnistía concluyó que los comentarios hechos por Navalny unos 15 años atrás, entre los que se incluía un video en el que comparaba a los inmigrantes con cucarachas, calificaban como «discurso de odio», por lo que era incompatible con la etiqueta de «preso de conciencia».
Pero dos meses después, la organización volvió a adjudicar esa categoría al opositor, alegando que el gobierno ruso había utilizado «esa decisión interna, que no teníamos intención de hacer pública, para seguir violando los derechos de Navalny».
Lea también: Muere en prisión Alexei Navalny, el mayor opositor de Vladimir Putin en Rusia