Mucha gente del medio artístico da por descontado que Toño Abreu fue el autor de “Caña brava”, uno de los merengues más perdurables de nuestro folclor musical.
Antonio Abreu, por su nombre de pila, un sobresaliente acordeonista y compositor nacido en La Joya, Santiago, el 28 de abril de 1883, creador de muchos merengues, y según se dice, “Caña brava” está registrado oficialmente a su nombre.
A ese respecto, sin embargo, vale la pena conocer la versión que ofreció Dámaso Mercado, y que bajo el título de “Memorias de un músico rural dominicano” apareció en dos entregas en la revista “Eme Eme”, de la Universidad Católica Madre y Maestra (enero-febrero 1978 y julio-agosto de 1983).
Dámaso Mercado nació en La Piragua, El Mamey, provincia Puerto Plata, el once de enero de 1901. Murió a los noventa años. Músico. Fue director de la banda municipal de de Imbert. Maestro de saxofonistas tan brillantes como José el Calvo, Félix Díaz y Danny Cabrera.
Franklin Mercado, hijo de Dámaso, vive en Imbert, en salud y plenitud de facultades. Me ha recibido en su casa, siempre dispuesto a colaborar con los investigadores. Como Juan Pablo Cabrera y el profesor don Carlos Bonilla, imberteños todos estudiosos del merengue típico.
Dijo el viejo Dámaso que aunque fue Toño quien presentó el merengue y lo hizo popular, “el primero que tocó ese merengue y fue el verdadero creador fue Hipólito Martínez –Polito-, al que la casa Brugal le pagó cinco pesos” en 192 para anunciar un ron que se llamaba Caña Brava.
Políto Martínez era otro acordeonista y compositor de los viejos tiempos, de Altamira. Don Chichito Villa, fundador del Trío Seibano, lo conoció y me habló mucho de Polito. Don Fello Francisco, acordeonista retirado, leyenda viva del merengue típico, natural de Rancho Viejo, Guananico, también lo conoció y le atribuye el merengue “Los Suárez”, alusivo al pleito de familias entre los Suárez de Jacagua y los Díaz de Gurabo.
Ofrezco los datos y dejo en el aire la pregunta. Mientras tanto, sigamos disfrutando a “Caña brava”, creación musical de letras sencillas y música cadenciosa, con sabor a caña y a batey, que ha superado la prueba del tiempo, sigue presente en las fiestas típicas, lo adoptaron hace décadas las grandes bandas urbanas y hasta fue incorporado al repertorio de la Orquesta Sinfónica Nacional.