Paradójicamente estamos viviendo lo que tanto deseábamos. Detener el ritmo. Más tiempo para la familia.
Descansar un poco más. Alejarnos del caótico tránsito. Bajar los niveles de contaminación (esto por la casi nula circulación de vehículos y el “alto” a las industrias). Más personas en sus hogares. Más tiempo para nosotros. Lamentablemente, lo que nos ha detenido “a la fuerza”, confinándonos a las cuatro paredes de nuestras casas, es un virus que se ha convertido en pandemia y ha oscurecido el panorama del mundo.
No tengo que explicarles lo que es el Covid-19 ni lo que ha representa para los países que tienen y tendrán la desdicha de lidiar con esta pandemia como nuestra República Dominicana, nunca preparada para nada y siempre en crisis, con una población promedio que navega entre la ignorancia y la inconsciencia, alimentada por una clase política más preocupada por ellos que por la mayoría.
Lo que se veía venir desde que los casos del coronavirus traspasaron las fronteras de China, ha llegado. Hoy por hoy, y no se sabe por cuánto tiempo más, estamos en estado de emergencia, lidiando con situaciones que las actuales generaciones no hemos vivido, como la “cuarentena” y el “toque de queda”. Y es momento de “quedarnos en casa”, cuidar de nosotros y de los nuestros poniendo distancia.
No es momento de diatribas ni pugnas. Es momento de unirnos para poder controlar un virus que, se podría decir, ha doblegado a países con más avances y educación que el nuestro… les ha costado y les sigue costando muchas vidas y mucho dinero. No es momento de “memes” ni noticias falsas. Es tiempo de ser conscientes y respetuosos. De ser parte de la diferencia, esa que, al mismo tiempo que piensa en cuidar de sí, piensa en los demás.
Hagamos lo propio. Quedémonos en casa. Con esa sola acción hacemos mucho. Pero también practiquemos la prudencia. Seamos empáticos. Saquemos de paseo esa maravillosa humanidad que el egoísmo ha guardado en el sótano de nuestra mente.
Practiquemos la solidaridad. Seamos multiplicadores de informaciones de valor. Ser crítico es bueno. Sin embargo, estos momentos exigen de nosotros un compromiso mayor, velar por el bienestar personal y común. Y por eso, quédate en casa.