¡Qué vergüenza tiene uno que pasar cuando le enrostran en público la comisión de un acto de corrupción!
El bochorno es todavía más doloroso si se produce a nivel planetario y se divulga por el mundo entero, país por país, de manera que todo el mundo, habitante por habitante, pueda enterarse del baldón de que se trate.
Al correr la noticia de que la República Dominicana figura entre los países más corruptos del mundo –según las conclusiones de una reconocida firma que no dejan lugar a dudas- se destapa una cloaca llena de inmundicias que nos salpican a todos, corruptos y virtuosos, sin distinción.
Si quisiéramos lavar nuestro nombre habría que involucrar, sin duda alguna, a buena parte de la población nacional que a estas horas debe estar escondiendo la cabeza como el avestruz, pero la mayor responsabilidad recaería claramente sobre el Gobierno nacional. Predicando con el ejemplo, en primer lugar; y castigando con mano dura a los que incurran en actividades ilegales e inmorales, en segunda instancia.
No soy tan iluso como para pensar que esto ocurrirá. Pero no vacilaría en sumarme a los que den el primer paso para que ese sueño se convierta en realidad.