Si el desarrollo dominicano dependiera de las opiniones del obispo de San Juan de la Maguana y del ministro de Minas, quizás estuviéramos aun en la Edad Media rogándole a Dios alguna iluminación del entendimiento.
Monseñor Estrella Grullón rechazó la explotación de una mina de oro dizque porque “la agricultura es la riqueza de esa zona y la minería no contribuye al desarrollo humano”.
Seguramente usa cubiertos de palo y anda en “troncomóvil”. Antonio Isa Conde (¡ah políticos ambiciosos del aplauso público!) respondió alegremente: “Si la comunidad no quiere la mina, entonces no debe haber mina”. No acabo de entender cómo curitas y prelados cuya labor (pastorear almas para salvarlas) es tan deficiente, encuentran tiempo para disparatar sobre lo que ignoran.
Ni comprendo tampoco la respuesta del ministro, cuyas declaraciones afortunadamente lucen deportivas.
Dios nos bendijo con yacimientos minerales importantes que enterrados bien podrían ser yuca podrida.
Es irresponsable, demagogia populista de la peor, enmarcar un diálogo sobre desarrollo minero tan ligeramente como hicieron el obispo y el ministro. ¡Qué tupé!