Qué suerte tiene Danilo

Qué suerte tiene Danilo

Qué suerte tiene Danilo

Rafael Chaljub Mejìa

 

El licenciado Danilo Medina es un hombre afortunado. Como oposición no quita conocimiento, nunca he subestimado su habilidad política. Pero de que tiene suerte, la tiene. Y las pruebas de que el hombre es un dichoso las ofrece la propia oposición.
Cuando el Presidente comenzó sus visitas sorpresa, sus opositores empezaron a gastarse bromas a costa del Mandatario, y lo tildaron de andar saltando charquitos, sin prever que estaban frente a uno de los recursos de campaña que más beneficios le aportaría a Medina. Tanto, que aún consumada la primera reelección, el Presidente ha continuado las visitas y como la bebida aquella, sigue tan campante.
¡Que si tiene suerte! Se recordará que por mucho tiempo la oposición se dedicó a combatir no al Gobierno y su principal figura, sino el doctor Leonel Fernández, que había caído abajo y estaba fuera del poder, mientras el verdadero adversario nadaba en aguas tranquilas y silenciosamente tejía los hilos de su propia madeja.
Ya cerca de las elecciones el pleito de la oposición fue contra la Junta, por el asunto del conteo, y ese pleito, que había que echarlo pero sin desentenderse de lo esencial, le dio el chance a Medina de hacerse el imparcial, ajeno a lo que se debatía. Que cuenten como quiera, dijo cómodamente, como quien no está metido en ese pleito.
El enfrentamiento ha continuado y se dice que pedirán al Congreso interpelar al licenciado Roberto Rosario. Pero que lo interpele quién. Y para qué. Si después del episodio traumático de las elecciones existe una demanda casi unánime de que se modifique la composición de la Junta, y eso va a incluir ineludiblemente la sustitución del presidente de la misma.
Ni hablar de las visitas a la OEA. Ese inútil y desacreditado organismo al que jamás debiera acudirse en solicitud de intervención. Por eso, y diferencias aparte, me solidarizo completamente con el licenciado Pelegrín Castillo, que se ha negado a formar parte de las comisiones visitantes.
Para que las reformas políticas e institucionales no sean otro fraude, hay que presionar desde la opinión pública y desde el pueblo, al que, de ñapa, le viene encima otra reforma fiscal.
Organizar desde ya esa presión cívica, con demandas de reformas democráticas bien claras y razonables es la tarea. Porque si se sigue apuntando al blanco equivocado, el presidente Medina seguirá siendo un dichoso.



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