¿Qué somos?

¿Qué somos?

¿Qué somos?

Federico Alberto Cuello Camilo

 

Los arqueólogos del Museo Británico demostraron hace años que los genes de nuestros pobladores arawacos de cultura taína provenían de todas las Américas. La mezcla continuó con la llegada de los españoles y su tripulación de italianos, portugueses y holandeses, pertenecientes al imperio español en algún momento de su historia.

Luego recibimos contingentes africanos, cuyo viaje ignominioso e indigna condición esclava no les impidieron integrarse a nuestra sociedad colonial predominantemente ganadera.

Británicos, franceses y nuevamente italianos de las tropas napoleónicas de Leclerc aportaron también cuando vinieron por la revolución haitiana. Los ingredientes finales vinieron de Asia y del Medio Oriente a finales del siglo XIX y principios del XX, con aportes antillanos importantes en ambos siglos.

Cualquier dominicano puede confirmarlo haciéndose el análisis genético: sangre africana, asiática y europea corre por nuestras venas. Incluso arawaca, pues nuestros pobladores originales sobreviven en nosotros.

Tenemos una biodiversidad legendaria. Al llegar a nuestro pedazo del paraíso, el Almirante quedó prendado “de las más bellas tierras que ojos humanos jamás vieran”, con “árboles verdes, frutas maduras y flores silvestres, caminos buenos y amplios, ríos caudalosos y el dulce cantar de las aves”. Tantos siglos después es casi un milagro poder describir nuestros tesoros con orgullo: 7,000 especies endémicas sobreviven en 119 áreas protegidas —incluyendo parques nacionales y santuarios de mamíferos marinos— cubriendo dos quintas partes de nuestra geografía.

Somos un estado archipielágico con 48,670KM2 de tierra firme y 49,709 KM2 de zona marítima desde que se promulgara la ley 66-07. La Constitución así lo refleja en su artículo 9.2 cuando integra al territorio nacional “el mar territorial, la zona económicamente exclusiva y el subsuelo marinos”.

Establece un programa de trabajo para la negociación de delimitaciones marítimas, pendientes al este con Puerto Rico y al norte c on las islas Turcas y Caicos, para lo cual existe desde el 2018 una Comisión presidida por el Canciller de la República e integrada por Defensa, la Armada, la Consultoría Jurídica y la Autoridad Nacional para los Asuntos Marítimos (ANAMAR), en su calidad de Secretario Ejecutivo.

Nuestra mezcla racial, rica biodiversidad y condición archipielágica albergan una economía dinámica con múltiples sectores propulsivos y entornos rurales y urbanos repletos de desafíos. Es una realidad que, trasladada a los organismos internacionales, nos permite coincidir tanto con países desarrollados como en vías de desarrollo en varios temas medulares.

Nos coordinamos como CARIFORO, como Centroamérica, como América Latina y el Caribe y como parte de los Pequeños Estados Insulares en Vías de Desarrollo (SIDS). Nadamos así en varias aguas, mediando discreta pero efectivamente en más de un diferendo complicado, siendo capaces de llevarnos bien con todos. Por eso quizás el aprecio que nos tienen los pesos pesados del mundo multipolar en que vivimos, como ha quedado claro en el Consejo de Seguridad.

Nada más propicio para seguir construyendo esa reputación que la alternabilidad democrática, unidos en nuestra diversidad para defender y promover nuestros intereses sin nunca olvidar qué es lo que somos.