El presidente de China Xi Jinping recibió a su homólogo estadounidense Donald Trump en noviembre de 2017. Ese año Estados Unidos todavía era el país con más puestos diplomáticos.
Por primera vez en su historia, China tiene más puestos diplomáticos que ningún otro país del mundo. Y eso tiene mucho que ver con su política expansiva.
Un equipo de expertos independiente del Instituto Lowy, con base en Sídney, publicó un informe el pasado miércoles que muestra que el gigante asiático superó a Estados Unidos a ese respecto en 2019.
Según el Global Diplomacy Index (Índice Diplomático Global), Pekín ya tiene tres puestos diplomáticos más que Washington, que llevaba décadas a la cabeza.
«China está invirtiendo decididamente en personal diplomático en 276 ciudades de todo el mundo«, le dice a BBC Mundo Bonnie Bley, la principal investigadora a cargo del informe.
Francia, Japón y Rusia son los siguientes países —de los 61 analizados— con más puestos diplomáticos.
En América Latina, el reporte solo incluye cuatro y en este orden: Brasil (con 222), Argentina (157), México (157) y Chile (128)*.
El estudio del think tank australiano no solo tiene en cuenta puestos en embajadas, sino también en consulados. Según sus autores, las cifras indican «fortalezas y debilidades» en cuanto al «alcance geopolítico» de cada nación.
Misiones diplomáticas mundiales
«La influencia diplomática es sin duda más que la suma de puestos diplomáticos, pero este indicador sigue siendo valioso: yo lo considero un barómetro útil de la ambición nacional de China y de sus prioridades internacionales», dice Bley.
Esas prioridades pueden analizarse con base en cinco aspectos fundamentales.
1. Mayor influencia e inversión
«El alcance diplomático es un precursor esencial para la influencia internacional. El problema es que es muy difícil medir de manera objetiva la influencia diplomática con datos», admite Bley.
Por eso hay analistas que subrayan que el cometido de embajadores y cónsules es distinto.
«Hay una gran diferencia entre embajadas y consulados», le dice a BBC Mundo la argentina Carolina Garriga, Doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, y profesora investigadora titular en la División de Estudios Políticos del CIDE.
«Las embajadas apuntan a relaciones políticas, son un buen instrumento para conservar las relaciones entre países y fijar posiciones políticas«.
«Son un signo de la política internacional que está llevando a cabo», dice la politóloga.
La experta pone como ejemplo algunas embajadas de China en lugares en donde Estados Unidos no tiene presencia, como Irán, Corea del Norte, Laos o Kirguistán.
También en América Latina: «Hay consulados ‘extra’ en Bolivia y en Perú, y eso tiene que ver con el apoyo político a la izquierda latinoamericana«.
A nivel consular China tiene incluso mucha más actividad, «que puede estar relacionada con la parte comercial, con una mayor inversión a nivel global», dice Garriga.
«También tiene que ver con la diáspora china: hay casi 40 millones de chinos viviendo en el extranjero», añade.
Con una mayor presencia internacional, China puede dificultarle a EE.UU. protestar por lo que está haciendo en Hong Kong
Amy Erica Smith, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Estatal de Iowa, en Estados Unidos, especializada en América Latina, dice que el poder diplomático y el económico «van de la mano».
Ella sostiene que esa influencia le permite a China que Estados Unidos y otros países no protesten contra «abusos a derechos humanos» dentro del territorio chino.
«Con una mayor presencia internacional, China puede dificultar las protestas por lo que está haciendo en Hong Kong o por los uigures [una etnia minoritaria con muchos de sus miembros detenidos en ‘campamentos de reeducación]».
Pero China no siempre estuvo tan abierta al mundo.
2. De la «luna de miel» a la «rivalidad»
El ascenso diplomático de la nación asiática ha sido rápido en los últimos años.
En 2016 todavía era el tercer país después de Estados Unidos y Francia, con tan solo 267 misiones diplomáticas. En 2017 había subido al segundo puesto.
No obstante, para comprender la dimensión de la política internacional de China en su totalidad hay que viajar en el tiempo varios años atrás.
«El aislamiento de China terminó a finales de la década de 1970, cuando se normalizaron las relaciones con Estados Unidos», le dice a BBC Mundo Howard Zhang, editor jefe del servicio chino de la BBC.
«A partir de ese momento, comenzó a ocurrir lo mismo con otros países de Europa y de América Latina. Hubo una explosión de las relaciones internacionales por parte de China«.
Sin embargo, dice Zhang, Estados Unidos y China «se han alejado de ese periodo de luna de miel y han comenzado uno de rivalidad».
«China comenzó a confiar cada vez más en su economía para ganar voz e influencia, enviando diplomáticos a más países», añade Zhang.
Y Temtsel Hao, periodista del servicio chino de la BBC, cree que China «se está proyectando como un paladín del libre comercio y del libre mercado»,.
Un ejemplo de ello es la iniciativa Cinturón y Ruta, «una nueva plataforma para la cooperación mutuamente beneficiosa«, en palabras del propio presidente, Xi Jinping, quien ha desarrollado ampliamente el perfil internacional del país asiático desde que llegó al poder en 2012.
La iniciativa consiste en crear una franja de corredores terrestres entre países y una ruta de navegación para uso comercial desde Asia hasta África, pasando por Europa Oriental.
EE.UU. y China se han alejado de su periodo de luna de miel y han comenzado uno de rivalidad
Sin embargo, tal y como apunta Garriga muchas de las nuevas embajadas y consulados chinos no están en países que forman parte de ese proyecto.
En cambio, dice la politóloga, sí se aprecia «una mayor presencia en América Latina -Guatemala, El Salvador, Paraguay- y sobre todo en África en los últimos años».
Smith está de acuerdo: «Hace muchos años que China esta intentando incrementar su influencia en América Latina tanto a nivel económico como diplomático», le dice a BBC Mundo.
Parte de esa presencia tiene que ver con una territorio que China considera «separatista»: Taiwán.
3. Un Taiwán «políticamente aislado»
Muchas de las nuevas misiones de Pekín surgieron en países que rompieron lazos diplomáticos con Taiwán: Burkina Faso, República Dominicana, El Salvador, Gambia y la nación insular africana Santo Tomé y Príncipe.
Taiwán se sitúa en el puesto 32 de la lista del Instituto Lowy, con 107 puestos diplomáticos, aunque solo 15 de ellos en embajadas.
Tanto China como Taiwán tienen una política por la que solo mantienen relaciones diplomáticas con un país si éste no tiene lazos con su rival.
Esa política también está vinculada con la diplomacia.
«La infraestructura diplomática es una métrica reveladora de si un país busca hacer incursiones políticas, económicas o culturales», explica Bley.
«Los países hacen cálculos muy meditados sobre dónde quieren invertir recursos para futuros compromisos. El ejemplo de China es interesante: Pekín abrió cinco nuevos puestos desde 2017 en países que antes reconocían a Taiwán».
«Esto sugiere que el impulso diplomático de China está estrechamente relacionado con su preferencia por un Taiwán políticamente aislado».
La investigadora compara el caso de China con el de Japón, que abrió puestos en «países estratégicamente fundamentales», como Filipinas, Camboya, Vanuatu y Seychelles en los últimos dos años.
«Los lugares que eligen los países para abrir sus puestos internacionales nunca son aleatorios, sino que forman parte de una orientación estratégica más amplia para los gobiernos».
En ese sentido, Garriga considera que el reconocimiento de Taiwán «tiene que ver con una voluntad política de tener presencia y la capacidad económica para financiarla«.
A Smith le parece importante porque «si China cada vez tiene más relaciones internacionales con países que antes reconocían a Taiwán, es otro símbolo del poder de China».
«Cada vez que un país como El Salvador cambia de Taiwán a China es una victoria, de algún modo, para China y ayuda a sus intereses».
4. El poder blando
Zhang señala que también ha habido un empuje en los últimos años del «poder blando», un término que se usa en relaciones internacionales para señalar la capacidad de algunos actores políticos de influir a través de su escala de valores, estilo de vida, cultura y política exterior.
El periodista cita como ejemplos las sedes globales del Instituto Confucio de China, un organismo nutrido económicamente por el gobierno chino que promueve la lengua y la cultura del país.
«La cuestión económica no necesariamente tiene que ver con embajadas y consulados, pero de algún modo todo esto es una combinación desoft power [poder blando: medios culturales e ideológicos] y hard power [poder duro: medios militares y económicos]», le cuenta Smith a BBC Mundo.
«En las últimas tres décadas, Estados Unidos y China han tratado de trabajar juntos y disminuir las diferencias y los conflictos. Ahora esos conflictos se están agravando», dice la académica.
«En ese contexto, es significativo el hecho de que China tenga tanto poder diplomático, que a su vez refuerza el poder económico y cultural que trata de abarcar».
5. La estrategia de Estados Unidos
Mientras China ha ido abarcando más puestos en el tablero internacional, Estados Unidos -su mayor rival comercial y el país que hasta hace poco tenía más puestos diplomáticos- ha dado pasos hacia atrás.
Pese a que Estados Unidos también incrementó sus misiones diplomáticas, desde 2016 solo pasó de 271 a 273 puestos diplomáticos.
Desde que Donald Trump llegó al poder en 2017, ha tratado de hacer recortes en el Departamento de Estado. Y un número importante de puestos diplomáticos siguen vacantes.
«Estados Unidos ha experimentado una pequeña reducción del tamaño de su red diplomática desde 2017», señala Bley.
«Hay dos explicaciones para esto: por un lado, Estados Unidos ya tiene un gran peso diplomático establecido con una red internacional madura, por lo que la necesidad de nuevos puestos es mucho menor«, dice ella.
«En cambio China ha sufrido un atraso histórico y por eso trató de ponerse a la altura de Estados Unidos en años recientes».
Bley dice que, «por otro lado, hemos visto a la administración actual amenazar con recortar el presupuesto del Departamento de Estado, con informes de vacantes significativas en puestos clave«.
«Esto sugiere que el gobierno no está dispuesto a mantener (y mucho menos impulsar) los niveles actuales de inversión en la diplomacia tradicional».
Garriga considera que puede analizarse conjuntamente.
«Hay dos movimientos: China expandiéndose por razones políticas y Estados Unidos achicando [su presencia diplomática] por una cuestión de falta de prioridad en muchas zonas del planeta, por la falta de interés de Trump», dice ella.
«China está jugando mucho mejor en los últimos años al juego de la diplomacia internacional por razones de capacidad económica y por su interés de relacionarse más con otros países y de integrarse en las redes políticas».
«Quiere tener su propia voz en organizaciones internacionales. Y aumentar el numero de representaciones tiene que ver con eso».