Juan Guaidó, presidente opositor y presidente de la Asamblea Nacional, se declara presidente "encargado" de Venezuela durante un evento público exigiendo la renuncia del mandatario Nicolás Maduro en Caracas.
Venezuela busca su futuro político en un territorio inexplorado e incierto, la autoproclamación del presidente de la Asamblea Nacional (AN), Juan Guaidó, como presidente de la República «encargado».
Tras la declaración de Guaidó, llegó el reconocimiento casi inmediato de Estados Unidos así como de los 11 de países del llamado Grupo de Lima (todos a excepción de México).
Guaidó abrió así las puertas a un juego político distinto, cuyas reglas no están escritas y el resultado es incierto.
Para juramentarse como presidente encargado, Guaidó se basó en los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución que establecen que, en caso de ausencia absoluta del jefe de Estado, corresponde al titular del Legislativo ocupar de forma temporal el Ejecutivo y convocar elecciones.
La Asamblea Nacional, controlada por la oposición y declarada en desacato por el Tribunal Supremo de Justicia, sostiene que el presidente Nicolás Maduro está usurpando el poder desde que el pasado 10 de enero se juramentó para un segundo mandato tras una elección, consideran, fruto de un proceso fraudulento.
Paradójicamente, minutos antes de la juramentación de Guaidó, el TSJ (que los opositores consideran cooptado por el oficialismo) acusó a la AN de usurpar las funciones del Poder Ejecutivo y exhortó a la Fiscalía a «determinar las responsabilidades» del caso, abriendo las puertas para un hipotético e inédito procesamiento penal de los legisladores.
Pero al choque de poderes que ya dura años, se sumaron dos factores que sirven para dibujar el nuevo escenario.
Primero, la decisión de Estados Unidos y otros países de reconocer a Guaidó como presidente interino y el anuncio de Nicolás Maduro de romper las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y ordenar la salida de sus diplomáticos en un plazo de 72 horas.
Del dilema diplomático al militar
«A partir de ahora estamos ante dilemas de alto calibre. Hoy comenzó un nuevo juego. Duro. Prácticamente de guerra abierta, una confrontación radical entre gobierno y oposición«, comenta el analista político venezolano Jesús Seguías a BBC Mundo.
El experto señala que la oposición venezolana ya había obtenido un gran éxito con la movilización masiva de este miércoles pero que la juramentación de Guaidó, aparentemente coordinada con Estados Unidos, precipitó los acontecimientos.
Indica que si EE.UU. se marcha -una posibilidad que el secretario de Estado, Mike Pompeo, negó el miércoles por la noche- estaría reconociendo la autoridad del presidente Maduro, pero que si se queda le plantean un dilema al oficialismo.
«Si Maduro los obliga a irse por la fuerza o los bloquea, como ocurrió en Irán cuando Jomeini, entonces Washington entrará en un dilema militar por tratarse de una situación que pone en peligro la vida de sus funcionarios y ciudadanos», destaca Seguías.
«En 72 horas tendremos que saber qué va a pasar con EE.UU. Estas serán las 72 horas más largas que hemos tenido en los últimos tiempos», agrega.
Choque de trenes
Emilio Figueredo, quien fue embajador de Venezuela para las negociaciones con Guyana sobre el territorio Esequibo, destaca la importancia de los reconocimientos internacionales hacia Guaidó y, en especial, el de Estados Unidos, pues puede tener efectos muy concretos sobre los recursos de los que dispone el gobierno de Maduro.
«Venezuela puede quedar sin ingresos porque la única entrada significativa que tiene es la que proviene de la venta de petróleo a Estados Unidos. Estamos en un momento de choque de trenes», asegura Figueredo, quien también fue profesor de Derecho Internacional en la Universidad Central de Venezuela.
Señala que la decisión de la Casa Blanca puede afectar también a los activos que tiene Venezuela en Estados Unidos, como la petrolera Citgo, así como a las cuentas bancarias del Estado y a las transacciones que se realicen utilizando el dólar.
Figueredo subraya la rápida reacción de la comunidad internacional, lo que puede incrementar la presión sobre el gobierno de Maduro.
«Estamos sentando precedentes en una situación internacional. No conozco ninguna que se parezca a esta por la magnitud y la rapidez con la que se reaccionó. Es muy difícil que la comunidad internacional vaya hacia adelante, pero una vez que toma un camino no retrocede», apunta.
El exdiplomático considera que es muy pronto para saber lo que va a ocurrir y destaca que por tratarse de una situación inédita aún hay muchas lagunas.
«Creo que vamos a tener un desenlace porque ya pasamos de la discusión jurídica a una situación en la cual la confrontación está tomando otras características. Los actores parecen dispuestos a jugarse el todo por el todo», agrega.
Evan Ellis, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), considera que la oposición y la Asamblea Nacional tienen ahora la posibilidad de lograr una transición en Venezuela pero que para aprovecharla deberían actuar de forma muy coordinada con Estados Unidos y la comunidad internacional a riesgo de que la oportunidad se esfume.
En un análisis publicado en la web del CSIS, el experto asegura que Washington debería respaldar a Guaidó como presidente encargado ante las organizaciones internacionales y, al mismo tiempo, cuestionar los intentos que haga el gobierno de Maduro de comprometer los recursos de Venezuela con actores foráneos como Cuba, Rusia y China.
Ellis admite acciones como estas «pueden parecer como una farsa a la luz de control físico del territorio y los recursos de Venezuela» que tiene el gobierno de Maduro, pero señala que la posición formal de Estados Unidos y otros gobiernos puede tener un gran peso a la hora de decidir en una corte internacional si un contrato es válido.
Indica que si los contratos que compañías y gobiernos extranjeros como China y Rusia firman con Maduro no tienen validez en tribunales internacionales, estos tendrán un incentivo mucho mayor para trabajar con el gobierno de Guaidó para conseguir una solución que protegerá sus intereses a largo plazo.
Todo eso, sin embargo, presupone otras dificultades prácticas y obliga a responder a la pregunta clave sobre cómo va a ejercer el hipotético gobierno Guaidó sin controlar aún el aparato del Estado.
En palabra de Jesús Seguías: «Una vez juramentado, le corresponde ir a Miraflores (sede del Ejecutivo) a tomar posesión».
«¿Y si lo ponen preso qué va a hacer?, ¿sacar a la gente a la calle para que haya una matazón?, ¿gobernar desde la cárcel?».
La incógnita militar
Luis Vicente León, presidente de la consultora Datanálisis, lo ve como un pulso entre oficialismo y oposición, y el desenlace puede depender del uso de la fuerza.
«La pregunta es si hay apoyo militar interno suficiente y qué fuerza está dispuesta a usar Estados Unidos. Sin militares internos la cosa es bastante difícil. Y si el arma secreta de Washington son las sanciones petroleras y no está cuadrado el sector militar venezolano, este es un tema que va para largo», señala.
Desde que Guaidó asumió la presidencia de la Asamblea Nacional, el pasado 5 de enero, la oposición inició un discurso hacia las Fuerzas Armadas que contrasta claramente con el que se mantenía, por ejemplo, durante la ola de protestas antigubernamentales que hubo en 2017.
Entonces, el mensaje a los militares se concentraba en pedirles que no reprimieran a los manifestantes y que no violaran sus derechos humanos, ahora hay una abierta invitación a que ayuden a «restablecer» la vigencia de la Constitucióny la democracia de forma activa.
La semana pasada, la Asamblea Nacional aprobó una Ley que ofrece una amnistía para los militares y civiles que «colaboren o hayan colaborado con la restitución del orden constitucional».
Este giro es notable en las declaraciones de Guaidó que constantemente habla de la «familia militar» e invita a los uniformados a «acompañar» los esfuerzos de la oposición.
Ese cambio en el discurso es atribuido por algunos analistas a un esfuerzo por tratar de lograr una fractura en el apoyo de los uniformados a Maduro. Una estrategia de una eficacia impredecible.
«¿Quiebre de los militares? Eso es una lotería, nadie sabe hasta qué punto se va a quebrar eso», señala Seguías, quien considera que hasta ahora no ha habido muestras de que pueda ocurrir.
«El poder real lo tienen las Fuerzas Armadas. Maduro es un factor importante pero no es el determinante. Sí lo son las Fuerzas Armadas pero están comprometidas de cabo a rabo con este desastre que ha habido en Venezuela», opina el analista.
Pero hay otro elemento de fuerza en juego: Estados Unidos, sobre el cual pesa la incógnita de cuán lejos está dispuesto a llegar en su confrontación con Maduro.
En el comunicado emitido este miércoles por la Casa Blanca, el presidente Donald Trump anunciaba que Estados Unidos usaría todo su poder «diplomático y económico» para lograr la «restauración de la democracia en Venezuela». No hacía ninguna mención al uso de la fuerza militar.
«Que el mundo reconozca a Guaidó es el paso normal después de no reconocer a Maduro. Pero queda un vacío gigante para explicar cómo eso saca a Maduro del poder«, apunta Luis Vicente León.
Una incógnita para la cual aún no parece haber respuesta.