Que se ponga un ejemplo con el padre Gil

Que se ponga un ejemplo con el padre Gil

Que se ponga un ejemplo con el padre Gil

Aunque  a veces me embargan las dudas, quiero creer que existe un Dios. Sí, tengo la enorme fe de que existe una fuerza divina y poderosa que todo lo ve, todo lo sabe y  nunca deja solos a sus hijos en las batallas terrenales a librar.

Al leer la grata noticia de que el sacerdote polaco Wojciech (Alberto) Gil, acusado de abusar de varios menores en la República Dominicana y Polonia, finalmente aceptó su culpa de los cargos imputados,  estoy  más convencida que nunca de que  Dios existe.

A pesar de que el padre Gil, como cobarde al fin, busca con la admisión de los hechos  beneficiarse de una reducción de pena, ha renacido en mi la esperanza y la fe de que los corruptos y depravados no son invencibles.

Pero la posible pena de 15 años de cárcel, por diez cargos, ocho por abuso a menores y otros dos por posesión de pornografía infantil y tenencia ilegal de armas, no son suficientes para detener la peste de los eclesiásticos pederastas.

Se necesita más compromiso, control y supervisión de los jerarcas de las congregaciones religiosas para garantizar que el  comportamiento de los sacerdotes a su cargo sea el adecuado.

Definitivamente, la sociedad debe estar vigilante para no permitir que nuevamente, en nombre de la fe, se comentan atrocidades.

Ojalá que en el caso del padre Gil se ponga el ejemplo con una sentencia merecedora al daño irreparable que ha causado.