Cuando se habla de rendición de cuentas, se está indicando la existencia de acciones de un deber de tipo legal y ético a lo que los servidores públicos han de informar y responder acerca del manejo, administración y rendimientos de los bienes y fondos públicos en el contexto del cumplimiento prudencial de sus responsabilidades asignadas.
Es por tales razones que la rendición de cuentas implica que los organismos públicos tienen el compromiso de aferrarse al cumplimiento de las funciones y atribuciones que les corresponde ya que la misma contribuye a fomentar la transparencia y la confianza entre la ciudadanía y los gobernantes, así como fortalecer el control social.
Planteado con ese enfoque, entonces, se puede interpretar que dentro de los objetivos primordiales de la rendición de cuentas es que esta pueda estar forrada de la mayor transparencia posible, ya que de ahí se va a generar la confianza en los ciudadanos en el gobierno y el sistema gubernamental.
En tal virtud, la rendición de cuentas ha de incorporar informaciones creíbles acerca de la gestión publica y sus resultados reales, lo cual es inherente a la responsabilidad que implica el manejo de las cosas publicas y que esta sean frutos de planes del gobierno y no hija legitima de la improvisación.
Y ha de ser de esa manera ya que la rendición de cuentas es una poderosa herramienta que sustenta y fortalece la credibilidad y la democracia para que no se corra el riesgo de que los ciudadanos incrementen la desconfianza en sus autoridades.
No obstante, si la rendición de cuentas altera la realidad con narrativas construidas en cuarto frio para favorecer la imagen del gobernante y procurar dividendos político electoral, el daño peor lo sufren la democracia, el principio de la transparencia y el ejercicio de la función pública.
La rendición de cuentas sugiere la presencia cristalina de la claridad y la veracidad ya que en estas descansa el pilar fundamental de la figura de la transparencia orientada a mitigar todo tipo de actividad que auspicie la corrupción.
Por igual, la rendición de cuentas debe poner de manifiesta las áreas donde el gobierno es eficiente e ineficiente y su ocultamiento es una irresponsabilidad que marchita la transparencia, hace frágil la democracia y desarticula la lucha contra la corrupción.
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En la Republica dominicana, la rendición de cuentas está consagrada en el espíritu del articulo 114 de la Constitución, la cual establece que:
“ Es responsabilidad del Presidente de la República rendir cuentas anualmente, ante el Congreso Nacional, de la administración presupuestaria, financiera y de gestión ocurrida en el año anterior, según lo establece el artículo 128, numeral 2, literal f) de esta Constitución, acompañada de un mensaje explicativo de las proyecciones macroeconómicas y fiscales, los resultados económicos, financieros y sociales esperados y las principales prioridades que el gobierno se propone ejecutar dentro de la Ley de Presupuesto General del Estado aprobada para el año en curso”.
Una lectura detenida al mandato expreso de la Constitución dominicana indica que en su tercera rendición de cuentas el presidente de la República, Luis Abinader, tiene la responsabilidad de explicar a la nación de manera convincente las causales internas que mantienen elevados niveles de precios y que atentan contra la canasta familiar que han deteriorado el poder adquisitivo. También, las razones por la que el crecimiento del PIB ha registrado un comportamiento inferior al patrón de crecimiento de un 5% en el periodo 2021-2022.
En adición, en la rendición de cuentas, el presidente está obligado a explicar el desempeño de las finanzas publicas en el 2021, en particular la frecuencia de emisión de deuda soberana o bonos, lo cual están conduciendo a un deterioro progresivo del crédito público, con potencialidad de amenaza de caer en incapacidad de pagos, así como las causas del déficit presupuestario del 2022.
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Por igual, explicar la situación precaria de los sectores económicos, como es el caso de la agropecuaria, construcción y las MiPymes y el sector eléctrico fuera de ese marco todo los demás serán cuentos chinos en toda su dimensión.
Se espera que el gobierno presente proyecciones reales y alcanzables para lograr que la economía dominicana se reencause por la ruta dinámica, incluyente, con empleos sostenibles y una balanza de pagos con cierto equilibrio.
Pues en una rendición de cuentas siempre debemos tener presente las sabias palabras heredadas del historiador italiano Tito Livio cuando señalaba: “la verdad puede ser eclipsada, pero nunca se extingue”.