El presidente de la República, licenciado Danilo Medina, ha sostenido en dos ocasiones, la última en su discurso de rendición de cuenta el pasado 27 de febrero, que 1 millón 200 mil dominicanos dejaron de ser pobres durante el pasado año 2017.
Tal aseveración parece tener por base los beneficios que la señalada proporción de la población ha percibido de una serie de medidas asistenciales, de beneficios recibidos por efecto del desayuno escolar y tanda extendida, así como por efecto de aumentos de salarios mínimos.
La aludida movilidad social, según el presidente, ha dado lugar a la integración de estos a la “clase media”.
La condición de pobreza radica en la imposibilidad de satisfacer adecuadamente una serie de necesidades humanas fundamentales.
Por tanto, salir de la pobreza plantea superar una serie de privaciones relacionadas con las mencionadas necesidades.
Supone para las familias y los individuos no solo mejorar el ingreso o el poder adquisitivo, sino más bien acceder a la seguridad y calidad alimentaria, a una atención en salud de calidad, a contar con agua potable en su domicilio, al crecimiento de la esperanza de vida, al empleo, a la alfabetización, a una educación de calidad y al libre disfrute del arte y de la cultura.
Esto y otros factores abrirían pie a una vida digna, difícil de disfrutar dentro de las precariedades de la pobreza.
En la República Dominicana ni el aumento de sueldo mínimo aplicado en 2017, ni las medidas asistenciales que son ejecutadas pudieron auspiciar la proclamada mudanza de la señalada cantidad de dominicanos hacia la clase media.
Mejorar ingresos y aliviar cargas económicas como resultado de la obtención de algunos servicios sociales no pudieron catapultarlos a un estrato intermedio en la cadena de consumo de bienes y servicios.
Diferentes métodos han sido utilizados para definir la pobreza. Uno de ellos afirma que se es pobre cuando una persona percibe menos de dos dólares diarios. Sin embargo, en nuestro país una persona no deja de ser pobre aun percibiendo 4, 5 y hasta 6 dólares diarios, en razón del costo de la canasta familiar. Así tampoco se puede proclamar que los pobres que han mejorado sus ingresos han dejado de serlo.
Para que el referido 1 millón 200 mil dominicanos y otros millones más dejen de ser pobres no basta con algunas disposiciones, no basta siquiera con el crecimiento de la economía, es necesario, como ya lo han dicho también algunas agencias internacionales, que en República Dominicana se modifiquen las estructuras excluyentes dominantes, para dar paso a una economía y sociedad más inclusiva y humana.