El Planeta Nueve es descrito como una "súper Tierra" helada que está más allá de la órbita de Plutón.
Tiene 10 veces el tamaño de la Tierra y, debido a que se encuentra 20 veces más lejos del sol que Neptuno, demora entre 10.000 y 20.000 años en completar su órbita.
Su nombre, aún provisorio, es Planeta Nueve, porque se trata nada menos que del noveno integrante del Sistema Solar.
El problema es que nadie jamás ha visto al Planeta Nueve.
El astro fue descrito por primera vez hace 2 años en una investigación publicada en la revista científica The Astronomical Journal («El Periódico Astronómico») y desde entonces divide a la comunidad científica.
Pero los autores del estudio, Michael Brown y Konstantin Batygin, ambos expertos del prestigioso Instituto de Tecnología de California (Caltech), están acostumbrados a la controversia: son parte del equipo de investigadores que degradaron a Plutón como planeta enano.
Aunque muchos científicos critican la falta de pruebas definitivas sobre la existencia del Planeta Nueve, los investigadores prefieren centrarse en el vaso medio lleno antes que en el medio vacío.
Es que, en todo este tiempo, tampoco han surgido evidencias que refuten su existencia de manera concluyente.
«En los últimos 170 años muchos han afirmado haber descubierto nuevos planetas y siempre estuvieron equivocados», dijo Brown a la revista The Atlantic la semana pasada.
El astrónomo reconoció que, «asombrosamente», todavía nadie les ha podido demostrar que sus cálculos del noveno planeta están errados.
Batygin, por su parte, compartió en su cuenta de Twitter el artículo de The Atlantictitulado: «¿Es real el Planeta Nueve?», y comentó: «La respuesta corta es que ‘sí'».
Pruebas por el «sí»
Para describir la existencia de este planeta helado gigante los investigadores se basaron sobre todo en datos indirectos, como sus supuestas huellas gravitacionales.
En concreto estudiaron seis objetos ubicados en el llamado cinturón de Kuiper, una región de que se extiende de la órbita de Neptuno hacia el espacio interestelar.
Estos cuerpos helados tienen órbitas elípticas que apuntan en la misma dirección, algo que es tan poco probable que solo puede explicarse por la presencia de un astro como Planeta Nueve, afirmaron Brown y Batygin en su estudio original.
En octubre, Batygin dio una entrevista al sitio de noticias de la NASA en donde afirmó: «En este momento hay cinco líneas diferentes de estudios de evidencia observacional que apuntan a la existencia del Planeta Nueve».
Según el astrofísico planetario, «si decidieras eliminar esta explicación e imaginar que Planeta Nueve no existe, entonces generarías más problemas de los que resolverías. De repente, tendrías cinco acertijos diferentes y debes desarrollar cinco teorías diferentes para explicarlos».
De las cinco líneas de investigación que menciona, dos surgieron en los meses posteriores al estudio primario.
Una de ellas afirma que el Planeta Nueve sería el responsable de la inclinación de los planetas del Sistema Solar respecto al ecuador del Sol. Se trata de apenas 6 grados de desvío sufridos a lo largo de 4,5 mil millones de años, pero para los científicos es un prolongado misterio.
Si decidieras eliminar esta explicación e imaginar que Planeta Nueve no existe, entonces generarías más problemas de los que resolverías»
Por otra parte, este cuerpo masivo explicaría por qué algunos objetos del cinturón de Kuiper orbitan en la dirección opuesta a todo lo demás del Sistema Solar.
Además, el mes pasado el propio Batygin publicó otro estudio que se sumaría a las evidencias enumeradas por él mismo, donde afirma que Planeta Nueve incluso logró torcer y cambiar el sentido de la órbita de otros objetos distantes del Sistema Solar.
Pruebas por el «no»
En estos 2 años, astrónomos de distintas partes del mundo han presentado explicaciones alternativas al noveno planeta.
Por ejemplo, según un proyecto llamado Outer Solar System Origins Survey («Encuesta sobre los Orígenes del Sistema Solar Exterior»), que descubrió más de 800 objetos transneptunianos nuevos, la distribución de estos cuerpos en verdad es aleatoria.
Incluso llegaron a afirmar que los datos en los que Brown y Batygin se basan tienen errores provocados por factores climáticos, por lo que todos sus cálculos están sesgados.
Christopher Smeenk, un filósofo de la ciencia de la Universidad de Ontario Occidental, dio un paso más.
«Los científicos a menudo son buenos desarrollando conclusiones por contraste, al estilo de Sherlock Holmes», dijo a The Atlantic. El famoso detective, agregó, era capaz de elaborar probabilidades de culpabilidad entre una serie de sospechosos.
Pero, ¿tiene la lista correcta de sospechosos?