¿Qué órganos podemos trasplantar y cuáles no?

¿Qué órganos podemos trasplantar y cuáles no?

¿Qué órganos podemos trasplantar y cuáles no?

La demanda de trasplantas está en auge en todo el mundo.

Según los datos más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2015 se hicieron en el mundo 126.670 trasplantes de órganos, unos 14,5 cada hora.

Aunque esta semana un equipo de médicos estadounidenses realizó con éxito el primer trasplante total de pene y escroto, el principal objetivo a la hora de hacer un trasplante es preservar la vida de los pacientes, por eso los avances en este campo hasta ahora se han concentrado en los órganos vitales.

Casi la mitad de este tipo de operaciones (41,8%) fueron para remplazar un riñón. Le siguen en proporción los trasplantes de hígado y corazón.

Los remplazos de otros órganos, como los pulmones, el páncreas y el intestino delgado, se han hecho más frecuentes en años recientes.

Hoy en día también son comunes los trasplantes de tejidos: médula ósea, tendones, córneas, piel, válvulas del corazón, nervios y venas.

Pero desafortunadamente los doctores todavía no pueden remplazar todas las partes del cuerpo gravemente dañadas por enfermedades o accidentes.

La doctora Lorna Mason, cirujana de trasplantes y presidenta de la Sociedad Británica para el Trasplante, dice que «no queda mucho que no se pueda considerar» para un remplazo, pero los doctores siempre se concentran en «cómo mantener con vida al mayor número de personas y escogen las alternativas más realistas».

Estas son las partes de nuestra anatomía que por ahora no se remplazan y por qué:

La cabeza

Los trasplantes de cabeza no son posibles y es improbable que lo sean en el futuro cercano, según expertos.

Dejando a un lado el debate filosófico más obvio —¿sería el cuerpo el que recibe un cerebro o el cerebro el que recibe un cuerpo?—, la principal dificultad para un potencial trasplante de cabeza sería conectar el cerebro con la médula espinal.

La mayoría de las operaciones de trasplante necesitan una conexión exitosa entre los vasos sanguíneos, pero el caso de la médula espinal, de la que depende el movimiento de todo el cuerpo, es mucho más complejo: la médula es una red de células muy especializadas, llamadas neuronas o células nerviosas.

Este tipo de células transmiten información a través de impulsos nerviosos y señales químicas, y si se dañan no pueden ser remplazadas ni reconectadas.

Eso explica por qué, hasta hoy, las lesiones severas de la espina dorsal suelen ser permanentes.

La doctora Mason dice que en casos de daños cerebrales o de daños por enfermedad existen otras opciones «más realistas» que el trasplante, «como el remplazo celular cuando es posible».

Los científicos están experimentando con terapias con células que en algunos casos podrían permitir que las neuronas se regeneraran y se desarrollaran.

«La terapia celular puede detener o, en algunos casos incluso revertir, una enfermedad degenerativa del tejido celular del cerebro o del sistema nervioso», dice Mason.

«Este tipo de tratamiento podría ser útil para los pacientes con demencia o con esclerosis múltiple, por ejemplo», añadió.

La retina

Aunque hace décadas que se realizan con éxito los trasplantes de córnea, todavía no es posible remplazar la retina, la parte más anterior del ojo y que permite la visión.

De nuevo, esta parte del cuerpo está formada por muchas y muy intricadas conexiones de células nerviosas y ahora mismo está fuera de las posibilidades técnicas de la medicina abordar un trasplante de una estructura neurológica tan compleja.

Otros órganos que no se trasplantan

La vesícula biliar

Cuando falla este pequeño órgano situado bajo el hígado, los médicos no lo remplazan porque no compensa los riesgos.

Después de someterse a un trasplante los pacientes deben tomar de por vida medicación para evitar que el nuevo órgano sea rechazado por el cuerpo.

«Para cualquier trasplante debe haber un equilibrio entre los beneficios para el paciente y las desventajas», dice Mason, en este caso recuperarse de una operación invasiva y tener que seguir una medicación para siempre.

La vesícula biliar es el órgano que almacena la bilis, un fluido que se libera en el intestino delgado para ayudar a la digestión.

Si bien hace nuestra vida más fácil, no es esencial.

«Es como el apéndice. Si la vesícula empieza a tener cálculos biliares recurrentes o si tiene una enfermedad, podría potencialmente causar más problemas, así que es mejor para la salud del paciente extirparla. Podemos vivir bien sin ella», dice el doctor Gabriel Oniscu, cirujano de trasplantes y asesor del Royal Infirmary de Edinburgo y secretario de la Sociedad Europea para el Trasplante de Órganos.

En estos casos se le aconseja al paciente adoptar cambios en la dieta y el estilo de vida para favorecer la digestión de la comida.

El bazo

Según Oniscu el caso del bazo es ligeramente diferente.

«Es un órgano que filtra, repone y almacena glóbulos rojos», explica, pero, como tampoco es esencial para la vida, se aplica el mismo principio.

La diferencia es que una vez extirpado el órgano, el paciente debe tomar antibióticos toda la vida, porque este órgano es clave para el sistema inmune.

De nuevo, de lo que se trata es de encontrar el equilibrio y buscar lo mejor para el paciente y en este caso «la extirpación y los antibióticos se consideran una intervención de menor riesgo que una operación de trasplante acompañada de medicación para toda la vida para evitar el rechazo», dice Mason.

3 claves para el futuro de los trasplantes

El enfoque principal siempre estará en los órganos que mantienen la vida, pero el doctor Oniscu dice que «los órganos se trasplantan por una razón, debe satisfacer una necesidad del paciente».

«Por eso existe el trasplante uterino, por ejemplo. Las mujeres pueden vivir sin útero, pero pueden sentir que no se realizan en la vida si no tienen hijos. Un trasplante uterino satisface la necesidad de esa paciente en particular», agrega.

Pensando en el futuro, los médicos dicen que los pacientes se beneficiarán de una combinación de trasplantes tradicionales de órganos, como hígado, corazón o pulmón, pero también de terapia celular y trasplante de células.

«El trasplante de células de Iselet (pequeños grupos de células que producen insulina) para diabéticos es el ejemplo perfecto», dice Oniscu.

Otra muestra es que los médicos están trasplantando células del páncreas en lugar de todo el páncreas para resolver algún problema con este órgano.

A medida que aumenta la demanda, los médicos están explorando estrategias más complejas que van más allá del trasplante de órganos y la terapia celular.

Están tratando de integrar más los trasplantes con la medicina regenerativa, las nuevas tecnologías y la bioingeniería.

Oniscu dice que están estudiando «órganos artificiales, órganos que se regeneran usando células madre y tal vez incluso órganos cultivados en un entorno diferente, como los xenotrasplantes».

Un xenotransplante consiste en implantarle al paciente un órgano o tejido que proviene de un animal, o incluso un órgano humano que ha sido cultivado en un animal con el propósito de trasplante.

El doctor Mason enfatiza que, al final, «el éxito de un trasplante depende de la fuerza del trabajo en equipo y a la contribución de un gran grupo de expertos».