¿Qué nos aguarda en las sombras?

¿Qué nos aguarda en las sombras?

¿Qué nos aguarda en las sombras?

Roberto Marcallé Abreu

El dominicano es, en definitiva, un pueblo admirable. Uno piensa en Job, el personaje bíblico, mientras, resignado, se cubre de cenizas para mitigar el inmenso dolor que le provocan sus llagas.

Esta comunidad de mujeres y hombres, relacionados por vínculos materiales, espirituales e históricos, ha asumido, por casi dos siglos, los mayores sacrificios para preservar sus valores y su integridad.

Los términos tolerancia, paciencia, decisión y valentía definen su carácter.
Es una tarea edificante conocer la historia de este pueblo. Los años 1961, 1963, 1965, 1984 nos ofrecen testimonios abrumadores.

En un contexto de grandes dificultades, esa mujer y ese hombre sumamente indignados, decidieron tomar las calles poseídos por una ira inaudita. ¿Qué ocurrió, entonces?

Se rebeló, enfrentó y castigó a ladrones del tesoro público, vende patria, asesinos y traidores que en la mayoría de los casos tuvieron que huir despavoridos.

Esa conducta es una de las dos caras de la moneda. Porque, ahora mismo, el país observa admirado las enérgicas demandas de cientos de miles de jóvenes reclamando respeto por la democracia, la preservación de las instituciones, el freno a la inseguridad, el cese de la corrupción, una justicia auténtica y un corte brusco de la deuda externa…

A su vez, los partidos opositores han expuesto sus inquietudes y argumentos de una manera sobria y serena. Su actitud ha sido sumamente racional y coherente.
La iglesia ha llamado al acuerdo. La Asociación de Industrias aguarda la respuesta gubernamental a su petición de “respeto a la voluntad popular”.

La inquietud ciudadana no deja de crecer y extenderse ante el silencio de un oficialismo que se rehúsa a suscribir acuerdos de respeto y transparencia. Se sabe quiénes y por qué adulteraron las “primarias” del partido oficial así como la torpe trama para suspender las elecciones municipales. ¿Estamos, acaso, en la mira del desasosiego y del caos? La ambición y la ceguera pueden desencadenar las peores tragedias.

Preocupa, por igual, la enigmática postura de la Junta Central Electoral, su inconsistencia, sus denunciados vínculos sombríos con un poder trastornado, la obstinación en utilizar un sistema de votación digital carente de credibilidad, y el empeño por rehabilitar equipos en capacidad de arrojar resultados manipulados. Esta suma de factores incrementa el desasosiego.

La actitud de las autoridades, resulta evidente, es la de sembrar obstáculos a un proceso electoral transparente y continuar al frente del Estado contra viento y marea.

Las desborda y aterra el sentido de culpabilidad, verse fuera del poder, sus consecuencias.

En el espejo se reflejan las muchas inconductas agravadas por no haber resuelto ni uno de los acuciantes problemas que aquejan al ciudadano.
Por eso, el soporífero discurso del 27 de febrero solo despierta sonrisas sarcásticas y rechazo.

Mientras el ejecutivo cita “los miles de viviendas y barriadas” edificados, el editorial del “Hoy” del sábado 29 describe como “alarmante” el déficit habitacional y señala “lo poco que ha hecho el Estado para rescatar de la marginación a miles de familias”.

Jenny Torres, del Grupo “Alternativa PolíticaRD” afirma que no es verdad que se hayan reducido los asesinatos de mujeres y “apenas alcanza un dos por ciento las denuncias que son atendidas”.

Añade que “los programas sociales del gobierno no son más que paliativos”.
Los supuestos avances en materia de educación “no toman en cuenta aspectos sobre la calidad educativa”.

Quienes elaboran maldades en las sombras no imaginan lo que encontrarán de frente. Hay que sugerirles que se lean la historia de la República Dominicana y su pueblo. Las lecciones están ahí, frescas aún, para quienes desatinadamente creen que pueden ignorarlas.



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