“Que no sepa tu mano izquierda…”

“Que no sepa tu mano izquierda…”

“Que no sepa tu mano izquierda…”

Rafael Molina Morillo, director de El Día

La conocida frase bíblica “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” cae como anillo al dedo para la ocasión.

Cuando un terrible terremoto azotó a Haití y redujo a escombros a Puerto Príncipe, con su secuela de muerte, hambre, miseria y dolor, sus vecinos dominicanos –pueblo y gobierno- se volcaron con cargamentos de medicinas, alimentos, albergue e ilimitada solidaridad a favor de las desamparadas víctimas.

Después, otras naciones comenzaron a ofrecer ayudas que todavía hoy no se sabe a dónde han ido a parar.

El auxilio dominicano no llevaba factura, no fue acompañado de toques de trompetas para ser alabado, a pesar de que equivalió en muchos casos a quitarnos el pan de la boca para compartirlo con los vecinos en desgracia.

Ahora, sin embargo, siento la necesidad de desoir el consejo bíblico y pregonar a los cuatro vientos nuestra generosidad no reconocida por algunos mezquinos.

Ello así porque en la edición de ayer del afamado periódico español El País se reproduce un artículo de Jean Henri Ceant sobre la reconstrucción de Haití, en el cual se habla de “la suerte” que tuvo ese país “de contar con la ayuda de sus vecinos”: Estados Unidos y las Naciones Unidas. Ni media palabra sobre la República Dominicana. ¿Olvido, desconocimiento o mezquindad?



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