Que no pase ahora lo que ocurrió cuando el cambio de agosto de 1978. Entonces el movimiento progresista hizo causa común con el perredeísmo para desplazar a Balaguer y conquistar la libertad política.
Los dos propósitos se lograron, pero cuando llegó la libertad política no supimos qué hacer con ella. Era el momento de aprovechar el cambio para levantar un programa de reformas por la democratización de la vida política, ir mucho más allá del cese de la represión de los doce años del balaguerismo.
Procedía plantear demandas como la de la reforma constitucional por medio a una constituyente electa por voto popular, que sobre las ruinas de la vieja constitución balaguerista le diera a la República el marco jurídico indispensable para una cabal reorganización del Estado. Era el momento de luchar por completar la transición democrática pendiente desde la caída de la tiranía.
El grueso del movimiento de izquierda entendió otra cosa. Se fue a organizar huelgas de choferes, protestas barriales, por demandas económicas, que son y serán siempre cosas muy importantes, pero no tanto como para olvidarse de la política. Esas protestas crecieron y algunos lanzaron la consigna de la “revolución inminente” y resultó que quien cosechó el desgaste del perredeísmo y se volvió “inminente” fue Balaguer, que en 1986 volvió al gobierno por diez años más.
Ahora hay otro cambio y Luis Abinader ha sido la vía. Él se ha comprometido con los Lineamientos Básicos de la Coalición Democrática. En el discurso con que saludó su triunfo, reiteró su compromiso con la democratización, el rescate de las instituciones y la lucha contra la corrupción y la impunidad, que están en la esencia de esos Lineamientos.
Saludable.
Todavía no acaban de contar los votos y ya circulaban emplazamientos y amenazas con sacar de nuevo la gente a la calle. Como quien le hace culto a la consigna anarquista de: Abajo el que está y abajo el que suba.
No hay que hipotecar los objetivos propios, ni ignorar el carácter conservador de determinados sectores nativos y extranjeros que han respaldado al nuevo presidente. Pero este ha reiterado sus compromisos con las reformas democráticas y la moral administrativa, entonces, sin precipitaciones ni prejuicios, juzguémoslo por el comportamiento que observe frente a ellos. Queríamos avanzar un paso y lo logramos. Con la seguridad del que sabe lo que busca, sigamos la marcha, y con el estímulo de este triunfo, continuemos la batalla por objetivos históricos de mucho más alcance.