Cada día me maravillo de la fidelidad de Dios, de su ternura, su amabilidad al tratar con nosotros, y de qué manera nos lleva de la mano como niños que necesitan dirección, porque de lo contrario vivimos cayéndonos, eso sí no nos coacciona, el Señor y Dios espera a que le invitemos a entrar en nuestras vidas.
La diversidad de personalidad entre los seres humanos es inmensa, pero también las similitudes, en realidad muchas cosas, más de lo que nos imaginamos, diría yo, nos acontecen en común, y por más lejanos que nos veamos unos de otros la diferencia no es tanta, el asunto estriba en la respuesta que damos a estos acontecimientos, pero también ahí esta lo hermoso de tener con nosotros la presencia de Dios.
Estamos viviendo tiempos muy difíciles, sobre todo para los que tenemos la capacidad de discernir los tiempos a la luz de la Palabra de Dios y creo que, como yo, más de uno se entristece pensando que la sociedad va de capas caída, porque tal parece que la tendencia a nivel global está dirigida a cambiar los esquemas morales que nos han dirigido y su centro de operación es la familia.
Las redes sociales están haciendo un papel preponderante como entes viabilizadores de esta tendencia, muchas veces sin darnos cuenta, muchos de nosotros lo canalizamos, y en ella Dios no tiene cabida, lo que esta de moda es , ¨tu eres dueño de tu vida, puedes elegir ser lo que quieras¨, ¨el presente es lo que tienes, por tanto no te eximas de nada, porque el tiempo que se va no vuelve¨, ¨no importa la edad que tengas, tú tienes el derecho a elegir, los padres nada que ver en esto¨.
Como sabemos, la violencia y la maldad ha proliferado de manera exponencial, lo que vemos es que no importa si te conocen o no, ellos piensan ¨hago contigo lo que he generado en mi cabeza para satisfacerme, pues no tengo que darle cuentas a nadie¨, y estamos viendo los resultados, ninguno está seguro en ningún lado, pienso que para muchos, el primer mandamiento pasó a la historia, ya no es ¨Amar a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo¨, sino, ¨Amate a ti primero, segundo y tercero y si me acuerdo de mi prójimo, ayudo, pues definitivamente Dios no tiene cabida en este asunto¨.
Entonces ¿que nos espera, tiramos la toalla? Pues no, justó ahí está la diferencia, ahora más que nunca debemos defender nuestra fe y valores, trabajar en nuestras familias para que esos valores sean transferidos de generación en generación.
No debemos dejarnos seducir por las tendencias, sino, predicar con el ejemplo, darles tiempo a nuestros hijos, conocer más de la Palabra de Dios, practicar el amor, conociendo los tiempos en que vivimos y sobre todo orar sin cesar, porque, aunque abunda el pecado, sobreabunda la Gracia. No nos cansemos de predicar a Jesús, el autor y consumador de la fe, permitamos que el Espíritu Santo trabaje en nuestras vidas y que el amor y el temor reverente a Dios sea siempre nuestro norte.
Para los hijos de Dios, lo mejor está por venir.