Hace un año, el viaje del sumergible Titán, que llevaba cinco pasajeros a los restos del transatlántico Titanic, ubicado a unos 4.000 metros de profundidad en el Atlántico Norte, se suspendió repentina y permanentemente.
«[El océano] es un lugar en el que tienes que saber muy bien lo que haces, antes de poder intentar cosas nuevas. No ‘te mueves rápido y rompes cosas’, como dicen en Silicon Valley, si estás metido adentro de lo que vas a romper».
Eso le dijo James Cameron, explorador de las profundidades oceánicas, científico y cineasta, al programa «60 Minutes Australia», el 9 de junio de 2024
El sumergible implosionó en el lugar donde se encontraba el RMS Titanic.
Dos de mis amigos y colegas, PH Nargeolet de Francia y Hamish Harding de Reino Unido, se encontraban a bordo.
Su pérdida no fue sólo una noticia: para mí, fue personal.
Un año después, muchos preguntan: «¿Cómo ha cambiado el incidente la exploración en aguas profundas?».
Hay dos respuestas.
La primera es: «Espero mucho que no mucho».
Con eso quiero decir que espero sinceramente que este incidente no haga que la gente tenga más miedo de sumergirse en las profundidades de este extraordinario océano, el alma de nuestro mundo.
Tres cuartas partes de los océanos del mundo están completamente inexploradas y albergan multitud de especies no descubiertas, acertijos geológicos que pueden ayudarnos a comprender los terremotos y tsunamis, y posiblemente ideas sobre cómo el cambio climático afecta al mundo.
Desafortunadamente, el sensacionalismo que rodeó el accidente y el miedo instintivo que muchas personas tienen a las profundidades del océano tal vez hayan hecho que a algunos de aquellos que no están familiarizados con los sumergibles les dé más miedo subirse a uno.
Pero esto no debería ser así en absoluto; del mismo modo que la gente no debería dejar de viajar en avión tras enterarse de un accidente aéreo mortal.
Quienes formamos parte de la comunidad de sumergibles (constructores, pilotos e investigadores) no hemos dudado en seguir sumergiéndonos exhaustivamente en estos vehículos, lo que debería darle a todos los demás confianza en su seguridad.
La eterna arrogancia
Es muy importante comprender la total falta de convencionalidad del sumergible Titán.
Fue una aberración en la historia del diseño, operación y seguridad de los sumergibles.
El Titán estaba construido principalmente con fibra de carbono, moldeada en forma de cilindro, mientras que todos los demás sumergibles de buceo profundo se basan en una esfera de metal o acrílico.
Las preocupaciones sobre la seguridad de la nave se habían planteado desde 2018, según exempleados de OceanGate, la empresa propietaria del Titán.
Prácticamente todos los expertos en ingeniería oceánica profunda que conozco también le imploraron a OceanGate que no sumergiera el Titán y comunicaron que era sólo cuestión de tiempo antes de que el sumergible implosionara y matara a los pasajeros.
Esas advertencias fueron pasadas por alto.
Permítanme repetirlo: es fundamental que la gente comprenda que existen formas seguras y bien establecidas de construir y operar sumergibles en las profundidades del océano.
Durante 50 años, no ha habido ninguna muerte humana, ni siquiera lesiones humanas graves al bucear en sumergibles civiles basándose en estos principios.
Los sumergibles debidamente certificados (o «clasificados», como se dice en la industria) son como aviones aprobados por la FAA, como lo hizo por primera vez el líder de la industria y constructor de mi propio sumergible avanzado, Triton Submarines de Florida, que solo construye sumergibles debidamente certificados.
Se han realizado un gran número de inmersiones a profundidades que superan con creces las del Titán, y todas ellas sin incidentes.
Yo mismo he pilotado un sumergible a más de 10.000 m (33.000 pies) de profundidad, dos veces y media más que el Titanic, 19 veces.
Se puede hacer de forma segura y repetida y mientras se lleva a otras personas en este increíble viaje.
Desafortunadamente, el fundador y jefe submarino de OceanGate, Stockton Rush, desestimó las preocupaciones por la seguridad, pues las consideró un obstáculo para la innovación y su ambición de establecer una operación comercial viable.
Usó fibra de carbono para poder hacer una embarcación lo suficientemente grande como para transportar suficientes pasajeros para pagar los altos costos de construcción y operación de un sumergible de buceo profundo.
Esos atajos para ahorrar y en aras de los posibles derechos de fanfarronería tecnológica frente a lo que él percibía como una industria excesivamente conservadora resultaron fatales.
Abundan las similitudes históricas.
El Titanic no prestó suficiente atención a las advertencias sobre la existencia de grandes icebergs en su ruta, del mismo modo que Oceangate ignoró las advertencias sobre su diseño defectuoso.
El Titanic no tenía suficientes botes salvavidas porque supuestamente habrían abarrotado la cubierta y arruinado la vista para los pasajeros, mientras que el Titan usó fibra de carbono para que pudieran caber más personas en él.
Y, por supuesto, estaba la eterna historia de arrogancia: el Titanic era «demasiado grande para hundirse» y el Titán iba a ser «revolucionario».
Sus dueños consideraron que ambos estaban perfectamente seguros y, sin embargo, no lo estaban. En absoluto.
Rayo de luz
Hay una segunda forma en que la pérdida del Titán podría afectar la exploración de las profundidades del océano.
El accidente, de una manera casi inquietante, repitió muchos de los elementos que contribuyeron a la tragedia del Titanic más de cien años antes.
Sin embargo, el desastre podría –y debería– tener un efecto positivo similar en las futuras normas de seguridad a nivel mundial.
A raíz de la pérdida del Titanic, se crearon estrictas normas de seguridad de la vida humana en el mar que perduran hasta el día de hoy.
Estas estrictas regulaciones rigen el equipo, los procedimientos y la capacitación necesarios para operar embarcaciones comerciales en el mar.
Por lo tanto, la pérdida del Titanic, por trágica que fuera, salvó muchas más vidas después, al impulsar nuevas medidas de seguridad para evitar que una tragedia similar vuelva a ocurrir.
Ese también es un rayo de esperanza que surge del desastre del Titán.
Mientras esperamos los resultados de dos investigaciones oficiales sobre el accidente realizadas por la Guardia Costera de Estados Unidos y la Junta de Seguridad en el Transporte de Canadá, hay llamados a reforzar las medidas de seguridad en la industria sumergible.
Nunca se debe permitir que los sumergibles «no clasificados» (es decir, no certificados por terceros acreditados) transporten pasajeros comerciales.
Al igual que en la aviación, se puede y se debe permitir que las naves experimentales operen para que podamos superar los límites de la tecnología, la seguridad y la capacidad, pero las personas que no tienen idea de cómo calibrar los riesgos que están asumiendo no deberían poder comprar boletos y viajar en embarcaciones experimentales.
Simplemente firmar una exención, eludir la ley operando en aguas internacionales o utilizar el judo legal para clasificar a los pasajeros comerciales como «tripulación» cuando claramente no lo son, no debería proteger a los operadores arriesgados de prohibiciones de operar, ni de acciones legales retroactivas al volver a cualquier puerto.
Otro punto clave es que, como ocurre con tantos otros aspectos de nuestro mundo, el dinero gastado en turismo, incluso el de aguas profundas hacia un naufragio, proporciona financiación para el desarrollo de tecnología y procedimientos que hagan que la exploración oceánica sea más asequible, repetible y segura.
No se proporciona suficiente financiación para desarrollar tecnología marina, por lo que apoyar el turismo oceánico es necesario si queremos hacerlo más accesible a la larga.
Pero debe ser seguro y seguir los protocolos de seguridad establecidos.
La humanidad nunca debería dejar de explorar y exponer a la mayor cantidad posible de personas a las extraordinarias maravillas de nuestro mundo, incluidas las profundidades del océano.
Debemos hacerlo para comprenderlo, apreciarlo y preservarlo mejor, así como para nutrir ese aspecto más definitivo y extraordinario de la naturaleza humana: la necesidad de explorar.
Al comentar recientemente sobre la pérdida del Titán y de nuestro amigo común, PH Nargeolet, James Cameron dijo las que creo que son las mejores palabras finales sobre la tragedia:
«La exploración continuará porque es necesario y porque es parte del espíritu humano… Si se hace bien, se puede hacer de forma segura«.
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