Que la sangre no llegue al río

Un hecho que con regularidad puede pasar desapercibido para la población en general, sin embargo, en algunos conglomerados reviste vital importancia para su normal desenvolvimiento.

Es decir, lo que parece un evento de poca monta en algunos estamentos, en otros genera mucha preocupación.

Hace unos días, grupos integrados al movimiento deportivo de Tamboril, provincia Santiago, donde tuve la dicha de residir en mi niñez, durante casi dos años, están enfrascados, con el ayuntamiento, en una guerra campal por el control del multiuso.

Este es un tipo de obra que bajo ninguna circunstancia puede estar cerrada sin justificación, dada la importancia que representa para el desarrollo integral de niños y jóvenes.

Si todavía persiste esta anómala situación, las autoridades del cabildo y el grupo de deportista que protesta por el cierre de la instalación deben armonizar, porque esa situación pone en entredicho a los dos bandos.

Al mismo tiempo, el Ministerio de Deportes, como máximo responsable que esa obra, debe actuar para que se desaten de una vez por todas, las cadenas que mantienen inoperante a esa instalación, la más importante del municipio.

A veces uno proyecta que como sociedad, estamos transitando por caminos bastante peligrosos, ya que si no se pueden poner de acuerdo en cosas tan sencillas en una comunidad donde todos se conocen y son “vecinos”, ¿qué se puede esperar cuando en la sociedad en general, broten problemas de mayor envergadura?

RADARES. El baloncesto dominicano ha venido creciendo de manera cualitativa y cuantitativa, al punto de que hoy el país tiene jugadores en la mayoría de los torneos de primer nivel en América y Europa.