¿Qué hacer para vivir?

¿Qué hacer para vivir?

¿Qué hacer para vivir?

David Álvarez Martín

Ahora que estamos en este proceso de regresar a la “normalidad” muchos fantasean con un retorno a la cotidianidad de enero o febrero de este año. Esta expectativa corre el riesgo de ser un fiasco para muchos, ya que la realidad cambió radicalmente y muchas de las estructuras productivas ya no son viables, pero otras nuevas han surgido. Aquellos que sean capaces de entender el nuevo escenario y moverse en dicha dirección les irá mejor, los que se empecinen en insistir en las viejas formas que no resultan ahora, vivirán muchos problemas.

Un primer detalle es que trabajar para grandes compañías no es garantía de estabilidad, ya que en muchos casos fueron los primeros en ser despedidos o suspendidos. Las pequeñas compañías, incluso las articuladas en torno a la estructura familiar, pueden ser más estables si se adaptan a las nuevas realidades. Para un gerente general que decide sacar a mil o dos mil personas de la compañía que dirige porque la crisis no le permite seguir funcionando con una nómina de ese volumen, no tendrá tanto reparo en hacerlo, como el padre de familia que tiene un pequeño negocio donde quienes laboran son sus hijos, sobrinos, o hermanos. Por lo visto las MiPymes ayudan a que haya una profunda conexión entre la gestión y los beneficiarios de los ingresos, que usualmente son las mismas personas.

Un segundo aspecto es la respuesta a los cambios, sea una gran corporación o una pequeña empresa familiar. El sistema de delivery de nuestros colmados lleva muchos años con bastante éxito entre los segmentos de clase media. A nadie en su sano juicio cargaría con un botellón de cinco galones dos o tres veces por semana desde un supermercado, u ocupar su nevera con fundas de hielo, ni comprar cervezas o refrescos a temperatura ambiente, para eso está el delivery del colmado. Esa estructura de llevar los productos a la casa por lo visto es el presente y futuro, sea con muchachos en motores o sistemas de Courier. ¡Y el gobierno en medio de esta crisis intentó prohibir los Courier locales! Los que quieran crecer deberán inventar formas de llevar el producto al cliente.

El tercer aspecto es la comida. Eso y las funerarias siempre tendrán clientes. Por años en Santo Domingo se abrían restaurantes que duraban dos o tres meses, carísimos, que luego cerraban. Realmente no vendían comida, vendían estatus, disfrute de una ambiente, pero eso la crisis lo está desplazando. Quienes comiencen a innovar en comida llevaba a domicilio, dando la mayor calidad posible al menor costo, tendrán éxito. Fórmulas gastronómicas novedosas, como lo han hecho muchos venezolanos con las cachapas. Este negocio de la comida tiene muchas posibilidades si se combina como empresa familiar y envío a domicilio.

El cuarto aspecto es el teletrabajo. Está pasando en la gestión y en la enseñanza de manera masiva. Muchas compañías, bancos, multinacionales, muchos colegios y universidades, continuaron su rutina de trabajo mediante plataformas virtuales. En el camino los procesos siguen mejorándose y descubriendo ventajas.

Un gerente o docente no tendría que salir de su casa todos los días para perder tiempo en tapones de vehículos, comer fuera de casa y luego regresar tarde, todo su trabajo podría hacerlo en su casa y acudir una o dos veces a la semana, en un horario menos estresante. Muchos estudiantes de secundaria y universidad podrían reducir su presencia en los centros escolares a menos de la mitad y llevar su formación desde su casa.

Las compañías e instituciones que sepan mejor combinar presencialidad y teletrabajo serán las más exitosas. Por supuesto esto demanda un servicio de Internet de banda ancha y servicio eléctrico más estable.

Si la resiliencia fue la clave para vivir la cuarentena, la creatividad será la clave para la nueva realidad que nos espera.