¿Qué hacer con el crimen?

¿Qué hacer con el crimen?

¿Qué hacer  con el crimen?

 

Siempre vale pena hacer el mayor esfuerzo contra el crimen práctico. Siempre que se reconozca que la primera regla es que hay que probarlo para merecerlo, o de lo contrario el efecto puede ser adverso. No es mucho lo que se puede hacer con el crimen de manera apresurada, pero lo cierto es que podemos hacernos muchas preguntas antes de generar reacciones y proponer fórmulas que inflexionen de acuerdo a la naturaleza social del crimen.

Cuando miramos a nuestro alrededor, y descubrimos que nuestra sociedad, lejos de convertirse en moderna, se orienta a la destrucción de sus más elementales valores, si de repente nos preocupamos por el crimen es porque sencillamente ya se ha perdido el rumbo, lo cual no significa que vamos a poder enmendar el problema que ahora nos ocupa.

No podemos hacer nada con el crimen si este permanece en el nivel político, que convierte al fenómeno de la criminalidad como un hecho político de primer rango.

Las alternativas que debemos esperar a estas preguntas son falsas, porque las estructuras políticas deciden muy mal lo que va a ocurrir con la criminalidad.

Recomendamos ir con cuidado, despacio, desenterrar razones más ilustradas, como la moral de la sociedad dominicana, la pérdida de sus tradiciones, el rol de las instituciones públicas en un nivel que nos devuelva seguridad, y en un lugar privilegiado, interconectar las comunidades educativas (escuelas, familias y trabajo), sobre todo en las edades preadolescentes.

Los jóvenes que terminan la escuela en el verano, en los países europeos, el Estado los ocupa en brigadas de trabajo, desparramadas por todo el territorio. En los países socialistas existe el servicio militar obligatorio; escolaridad obligatoria, control estatal de las universidades; modelo económico y judicial, diferente. La cuestión es que ahora estamos siendo atacados por la delincuencia relacionada a los desvaríos de las funciones gubernamentales y policiales, que se han corrompido grandemente.

Finalmente, lo que vayamos a hacer con el crimen ha de quedar enmarcado en el nuevo esfuerzo de la reforma policial; o quizás, creer que la institución policial, toda ella, debe ser movida al gobierno municipal, como una nueva forma de poder local, que hace nada o muy poco por la lucha contra el crimen.