¿Qué hacer ante la candidatura de Trujillo Jr.? Creo que lo PEOR que se puede hacer es censurarlo o prohibirlo por ser «nieto de Trujillo». Eso sólo logra victimizarlo. Es inútil y es improductivo políticamente.
Nadie le puede prohibir su derecho constitucional a elegir y ser electo. Y nadie con eso va a hacer otra cosa que querer tapar con un dedo el sol macabro de miles de personas que gritan en las redes sociales «Trujillo, ven a ver», día tras día.
¿Acaso no nos damos cuenta del trujillismo, el fascismo, la demagogia, la política barata reinantes? ¿Acaso no nos damos cuenta que en los últimos 25 años NADIE ha sido capaz de construir una alternativa discursiva, teórica y práctica a este orden en que las mayorías padecen y sufren; una alternativa en la que den ganas de creer y partirse el lomo? ¿Acaso no nos damos cuenta de que el trujillismo vive y muchos de nosotros solamente nos hemos conformado con la comodidad de una ley de 1962 que prohíbe promoverlo?
¿Nos damos cuenta de que una cada vez más pequeña fracción de ciudadanos (se puede usar esta palabra en esta sociedad?) sabe quién fue Trujillo, quiénes fueron las Mirabal, quién fue Caamaño, Manolo o Bosch, mientras que Balaguer es el «Padre de la Democracia»?¿Acaso no nos damos cuenta de que muchísimos dominicanos de todas las clases consiguen la explicación o la solución a sus dilemas o miedos usando una pistola, o en los lugares comunes sembrados por la tiranía y afincados en esta estafa de «transición democrática» en la que nunca se han echado abajo los patrones culturales ni las lógicas políticas del autoritarismo nacional?
¿Han tenido el chance de meterse un rato en las redes sociales, o han presenciado esos actos matonescos donde los «nacionalistas» (gente común y sencilla) amenaza de muerte a todo el que se le para enfrente? ¿Han sido blanco de las campañas de odio, amenazas e insultos que en este país se libran cada semana? ¿Verdad que han leído el Diario Libre o el Listín en los últimos meses? ¿Es que el fascismo no se ha construido siempre desde los miedos más básicos, los dolores más elementales y cotidianos, los simplismos más baratos y la gente más común, y que de esa mezcla que ambiciona «orden», «seguridad» y «moral» nacen monstruos inimaginados?
Ante esto y la andanada fascista y demagógica que crece en RD (lo vengo advirtiendo, leer por ejemplo el horrendo «Manifiesto del Movimiento Tricolor») solo tiene sentido la batalla política, ética y cultural; no la jurídica ni la moralista. Tampoco pensar que eso «no va a parte».
La patética y vergonzosa política del PLD, PRD y PRM han preparado el camino a base de decepciones y envilecimiento de la gente. El reformismo, no cabe duda, sólo se plegará como siempre a lo que le resulte más provechoso.
Es tiempo de hacer política de verdad con la gente, respondiendo a las tragedias de la gente; tragedias que son manipulables con discursos fáciles, con lugares comunes o con dinero, en una política que no le ofrece respuestas ni salidas. ¿Cómo es posible que sea el «Movimiento Tricolor» el que hable de la salud de los dominicanos echándole la culpa a los «ilegales haitianos» y NINGUNA fuerza alternativa aparezca para apropiarse de ese problema y replantearlo de manera constructiva, humanizadora, liberadora y crítica?
También es hora de revisar todos los conceptos de moda (usados contra Leonel o Danilo) como «dictadura», «impunidad» y «corrupción», interesantes y cautivantes, pero que sin otros contenidos de fondo asociados, en base apenas a consignas simples, sin sustancia profunda, sin consciencia histórica, sin voluntad democratizadora y transformadora, son caldo de cultivo más que favorable para candidaturas de este tipo.
Es hora de construir ideas y aspiraciones verosímiles. Es hora de salir de las oficinas y es hora de dejar de darle charlas morales a la gente, como pastores de la fe. Es hora de construir, de convencer, de seducir y de edificar poder. Es hora también de plantear salidas y horizontes que desborden la protesta, que no sólo apuesten por reparar lo existente, por la «solución viable» o tan sólo hablar «lo que la gente entiende» (como si no fueran capaces de entender más que eso), argumentos conformistas que sólo lleva al populismo.
Es hora de construir oposición, y más que oposición ALTERNATIVA (insisto: política, ética, cultural) no solo al presente de una clase política podrida, sino al futuro que, de seguir la tendencia, será, seguramente, aún peor.