No se me quita la sensación de que después de tantos días de confinamiento para protegerme y proteger a los demás de este virus, cuando salga no habrá servido para nada. Mientras escribo oigo las voces de las personas en la calle, carros pasando constantemente y digo: ¿no deberíamos estar en casa?
Veo personas reclamando que los comercios hagan “take out” y no solo “delivery”, pero: ¿para qué si debes quedarte en casa? Bastante riesgo toman los dueños de empresas y empleados ofreciendo productos en delivery para además, uno salir. Si no es algo básico, puede esperar.
Escucho sobre personas que van a celebrar cumpleaños a otras casas sin respetar las medidas de seguridad, de comercios que siguen vendiendo aunque no ofrecen productos de primera necesidad. Y me da miedo, mucho miedo.
No lo juzgo, es desesperante estar en casa y no poder hacer una vida normal, no comer o comprar aquello que quisieras, y también es duro darte cuenta de que va para dos meses que tu economía se ha parado, que todo ha cambiado. ¿Pero qué va a pasar si no cumplimos con lo establecido y necesario para contener esta enfermedad? Que cuando salgamos no habrá servido para nada.
Y quizá lo más preocupante es que este rompimiento de seguridad lo hacen personas que pueden quedarse en casa y respetarlo, frente a aquellos más vulnerables que ni siquiera tienen acceso a productos básicos.
Lo veo aquí y lo veo en otros países, pero aquí es que vivo. Intento seguir teniendo fe en que las personas serán conscientes de que deben quedarse en casa y solo salir para lo estrictamente necesario. Quienes lo estamos cumpliendo nos sentimos igual que ellos, con la diferencia de que pensamos en todos, no solo en nosotros mismos.