Después de regresar de la China Continental, donde estuve participando en un seminario sobre la “Economía china y la cooperación técnica económica con América Latina y el Caribe”, es importante hacer algunas reflexiones sobre la actual situación de la economía más grande del planeta, y mucho más después de la caída de la bolsa de valores china y la devaluación del yuan.
En primer lugar, hay pocos países en el mundo que por su tamaño, poder político-militar y su dimensión demográfica tienen características especiales.
China es uno de esos países especiales. El famoso filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel dijo lo siguiente, a saber: “China es una excepción entre las excepciones, la lógica no es válida para China”. Cuando se tenga que analizar a China hay que partir de que este país, más que un “Estado-nación” es un “Estado-civilización”, donde 5 mil años de historia tienen un peso importante en la cultura, política y economía.
Actualmente, China es el principal productor de muchas cosas en mundo, pero si hay algo relevante en esta supremacía es que China posee 3,82 billones de dólares americanos como reservas de divisas, cifra equivalente al PIB anual de Alemania, ocupando el primer puesto en el mundo.
Además, según datos de los EEUU, hasta febrero de 2014 China sostiene 1,279 billones de dólares de la deuda nacional norteamericana. Realmente, estas cifras muestran el enorme posicionamiento de China en la economía mundial y el poderío económico que este ha construido.
¿Por qué los chinos han devaluado su moneda (yuan)? Bueno, la respuesta a esta pregunta hay que buscarla en el cambio de modelo chino acordado en el último Congreso del Partido Comunista Chino, donde se decidió priorizar la economía interna, el consumo interno en detrimento de la producción transable.
Esta situación provocó una caída de las exportaciones en alrededor de un 8% y la devaluación fue el mecanismo utilizado para mejorar la rentabilidad de estos sectores transables y así equilibrar la rentabilidad de ambos sectores.
Hay que señalar que, a pesar de ese extraordinario crecimiento económico chino, este trajo consigo grandes desigualdades en la renta de los ciudadanos chinos, por lo que este cambio de modelo trata de promover un crecimiento económico más inclusivo.
De manera, que en lo adelante veremos tasas de crecimiento muchas más moderadas (entre 6% y 7%) y no las tasas históricas que hemos visto hasta ahora del 10%. Esto tendrá repercusiones importantes en la economía mundial, porque ya China representa la primera economía mundial, esa es la realidad.