Ahora que los partidos políticos dominicanos, mayoritarios y minoritarios, se anuncian buscando militantes, como el comercial de un producto, es preciso volver sobre la naturaleza de esas organizaciones que son uno de los ejes de la democracia? Ni la existencia de partidos políticos implica la democracia, como tampoco es posible que una democracia exista sin los partidos políticos.
Existen partidos políticos porque ninguna sociedad es homogénea, todo lo contrario, es la suma de varias clases sociales, la diversidad de intereses económicos, sociales y culturales, y una gran cantidad de propuestas para afrontar los problemas de la sociedad.
La existencia de un único partido político (como el partido dominicano de Trujillo, el Partido Comunista Cubano o los movimientos de extrema derecha que postulan una sociedad homogénea) es una aberración política y por supuesto es contraria a un democracia madura.
El grado de corrupción que arropa a los grandes partidos mayoritarios dominicanos los ha llevado a una suerte de mercado de puestos del Estado e inversores delincuenciales (narcotraficantes, riferos, ricos fruto de la corrupción, entre otros) que sustentan su búsqueda del poder para desfalcar el erario.
Demasiados casos están en la justicia y otros están siendo investigados, sin olvidar los que no sabemos y que posiblemente nunca averigüemos.
La única forma de que un partido político decente crezca es comprometiéndose con las necesidades reales del pueblo dominicano y contribuya en la organización de los diversos sectores para obligar a quienes detectan responsabilidades públicas a responder a sus demandas.
Un verdadero partido político debe trabajar cara a cara con la gente, dialogar, escuchar más de lo que dice, y abandonar el lenguaje populista de ofertar cualquier cosa para ganar votos.
La democracia política nuestra en la actualidad tiene graves riesgos por el grado de corrupción que se anidan en los partidos políticos mayoritarios y la actitud de muchos minoritarios de repetir una y otra candidaturas que han demostrado un alto grado de esterilidad y personalismo.
Las elecciones son un momento, no la totalidad de la acción política, la acción política en el seno de la población debe ser un trabajo 24/7 y su objetivo es resolver sus problemas, no los de los políticos.
El mayor maestro de la verdadera política fue Juan Bosch en su accionar en el PRD y el PLD entre 1961 y 1992. Sus enseñanzas fueron tiradas a la cuneta por los dirigentes de ambas organizaciones para satisfacer sus apetitos pequeñoburgueses.
Nuestro pueblo debe recuperar esas enseñanzas y utilizarlas para superar la situación actual. Hoy y siempre hay posibilidades para partidos políticos que quieran actuar en la buena política, sin importar su tamaño.