La Santa Biblia, base de la mayoría de las religiones occidentales, apenas aborda el tema del aborto. Cuando lo hace, es indirectamente, lo que permite una amplia gama de interpretaciones.
Los religiosos suelen citar dos pasajes para justificar la idea de que una interrupción voluntaria del embarazo sería un acto pecaminoso y contrario a la voluntad de Dios. Ambos aparecen en el Antiguo Testamento, es decir, que se refiere al período anterior al nacimiento de Jesús.
Al comienzo del libro del profeta Jeremías, probablemente escrito en el siglo VII a.C., el autor presenta las palabras que Dios le habría dicho: «Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes de que nacieras te santifiqué».
En los salmos, el mayor de los libros que componen la Biblia, hay otra referencia a esta vida que existiría incluso antes del nacimiento.
En el canto número 139, el autor alaba a Dios y dice: «Tus ojos han visto mi cuerpo aún sin forma». «Y en tu libro estaban escritas todas estas cosas, que a continuación se formaron, cuando aún no había una de ellas», continúa.
Para los expertos consultados por la BBC, la discusión parte de premisas filosóficas y biológicas que son las claves para interpretar los textos sagrados: ¿cuándo exactamente comenzaría la vida?
«Es importante destacar que la Biblia aborda el problema del aborto subrayando el valor de la vida humana, la llamada por Dios incluso antes de que esté dentro del vientre materno», defiende el padre Renato Gonçalves da Silva, maestro en teología con una énfasis en sagrada escritura por la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP) y actualmente estudiante de exégesis bíblica en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma.
«El ‘antes‘ subraya la verdad bíblica de que la vida humana proviene de una decisión atemporal de Dios, quien dentro de su existencia omnipotente y sabia ya formó, conoció y santificó la vida humana», defiende Silva.
El estudioso destaca que «la creación de una vida humana es una decisión divina hecha de una vez por todas y que siempre se actualiza, sin importar las circunstancias del mundo humano».
Vida potencial
Sobre el salmo, el historiador, filósofo y teólogo Gerson Leite de Moraes, profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie, comenta que «generalmente se trae a colación este pasaje para decir que esa ‘sustancia aún sin forma’ es el proceso inicial de la vida, por lo tanto ya habría algo ahí que sería una persona».
«Toda la discusión es esta: ser persona o no ser persona, cuándo comienza la vida», señala Moraes.
«Los opositores al aborto trabajan con la idea de que desde el momento de la fecundación tienes una persona ahí, creada por Dios, aunque todo el proceso sea orgánico. El alma sería dada por Dios, por lo tanto Dios es el dueño de la vida, el creador».
El teólogo explica que, según este razonamiento, Dios «conoce el pasado, el presente y el futuro y, por tanto, atentar contra esa sustancia informe que ya sería persona constituye un delito».
Por supuesto, esta interpretación no sucedió de la noche a la mañana y hay capas filosóficas para apoyar la comprensión religiosa de estas pocas líneas.
Moraes señala que se trata de una lógica «tomada del pensamiento» del griego Aristóteles (384 aC – 322 aC), en cuanto a los conceptos de acto y potencia. «La metáfora de la semilla«, contextualiza el profesor.
«La semilla tiene el potencial de convertirse en un árbol. Es la misma idea que se aplica a una persona. Incluso si en el momento de la fecundación no hay brazos formados, ojos formados, una persona completa, hay potencial para ello. Por lo tanto, si dejas esa potencia en su proceso natural, después de nueve meses oficialmente tienes una persona que viene al mundo».
Moraes reconoce que existen pocas citas y referencias bíblicas que permitan interpretaciones sobre el aborto. Y explica que, dentro de la mentalidad religiosa, la discusión termina siendo guiada por la cuestión de que Dios sea entendido como «el creador, el dueño de la vida«.
«Estaría al tanto de todas las vidas anteriores, incluso si vinieran al mundo», dice. «Para un religioso, atacar a un feto es atacar la vida».
«Derecho a decidir»
La Red de Católicas por el Derecho a Decidir, un grupo que suele diverger de la posición oficial de la Iglesia en temas relacionados con los derechos sexuales y reproductivos, enfatiza que la Biblia no puede usarse para guiar la criminalización del aborto.
«El aborto no es un tema bíblico. Los temas bíblicos atañen a horizontes de organización de la sociedad, de la vida, de la línea de defensa de la vida para todos. Y la vida en abundancia, como dice el Evangelio», subraya la socióloga María José Rosado, profesora de la PUC-SP y presidente de la organización.
«Eso significa vida plena, que para hombres y mujeres significa control sobre la propia capacidad de hacer a otros seres humanos y la capacidad de hacer lo que su sexualidad y capacidad reproductiva les permite hacer a los seres humanos», agrega.
«Cuando se invoca la Biblia para condenar el aborto, como generalmente lo hacen los grupos religiosos fundamentalistas, conservadores y neoconservadores, se hace reinterpretando pasajes de manera que se posibilite sustentar lo que se quiere defender políticamente: la restricción de los derechos sexuales y reproductivos», argumenta Rosado.
«En realidad, no hay base para invocar la Biblia a favor de esta restricción», dice. «Por el contrario, como demuestran las teólogas feministas, la Biblia debe servir para ampliar las posibilidades de realización de una vida plena».
«La Biblia no dice nada directamente sobre el aborto. No hay una declaración categórica específicamente sobre el aborto. Lo que tenemos son versículos que apuntan a la formación del ser humano en el vientre y cómo desde el vientre de la madre, el ser humano es un ser querido por Dios», destaca el estudioso de la hagiografía Thiago Maerki, investigador de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) y asociado de la Hagiography Society, en Estados Unidos.
Lo que hacen las iglesias es una interpretación de ciertos versículos, continúa Maerki. «La Biblia no tiene un mandamiento que diga ‘no abortarás’. Tenemos el ‘no matarás’, que a menudo los religiosos toman para condenar también el aborto», dice.
Muchas denominaciones religiosas utilizan pasajes para «interpretar», según él, que el aborto es un delito.
«No es una declaración, sino una interpretación«, dice. «Lo que sucede muchas veces es una interpretación fuera de contexto, para justificar sus dogmas, sus intereses, sus enseñanzas», añade.
Evolución del pensamiento cristiano
El biólogo y sociólogo Francisco Borba Ribeiro Neto, coordinador del Núcleo Fe y Cultura de la PUC-SP, considera que estas nuevas interpretaciones son producto de la evolución del conocimiento.
«La doctrina católica siempre ha condenado el aborto, entendido como el acto de matar a un niño aún en el vientre de la madre. Sin embargo, la comprensión científica de la concepción y el embarazo ha cambiado mucho a lo largo de los siglos, y los textos más antiguos no siempre formularon una prohibición del aborto como se propone actualmente», explica.
«Esto ha abierto espacio para que muchos autores consideren que el aborto fue de alguna manera aceptado por los cristianos en la Antigüedad y la Edad Media. Esta interpretación, que imagina la prohibición del aborto como algo reciente en la historia de la Iglesia, no parece fiel al desarrollo histórico de las ideas», dice.
Ribeiro Neto destaca que tanto la maternidad como el aborto «están cargados de significados simbólicos y afectivos».
«Es natural que siempre haya habido personas que, aun declarándose católicas, no estuvieran de acuerdo con el magisterio oficial de la Iglesia en un tema tan sensible. En la sociedad actual, la pluralidad cultural ha permitido que estos desacuerdos ganen espacio en el debate público», aclara el académico.
Para él, sin embargo, «el fenómeno cultural más llamativo en relación con el aborto fue el auge del individualismo y la absolutización de la autonomía individual».
«En el pasado, la mentalidad hegemónica consideraba que el niño era un nuevo ser humano, deseado por Dios, y la madre no tenía un derecho absoluto sobre él.
«Actualmente, la mentalidad hegemónica establece que la autonomía de la madre prima sobre cualquier otro hecho, de manera que el derecho del feto a la vida está determinado por la voluntad de la madre, o de ambos padres, como máximo», analiza Ribeiro Neto.
«Este cambio cultural ha impactado directamente en las interpretaciones de la doctrina católica y explica la consolidación de grupos que intentan cambiar la enseñanza oficial de la Iglesia Católica sobre el tema».
Para el padre Renato Gonçalves da Silva «la vida humana, incluso antes del nacimiento» tiene un «valor paradigmático en la Biblia», donde se presenta como un don «santificado por Dios».
También forma parte del Antiguo Testamento, el libro del profeta Isaías, probablemente del siglo VIII a.C., hay un pasaje que dice: «Así dice el Señor que te creó y te formó desde el vientre».
Para Silva, estos pasajes ilustran cómo «todos los hombres» son creados «de manera muy concreta» en el «vientre materno por Dios, el que, en un tiempo primordial, decidió por la vida de todo un pueblo representado en la figura singular de cada hombre que la compone».
«Para el cristianismo bíblico, la vida humana es sagrada ya en el seno materno porque es una prolongación de la vida del hijo de Dios, Cristo Jesús que vive, de manera paradigmática, en cada uno de los hombres de manera única», añade el religioso.
Silva coincide en que el tema, sin embargo, está tratado en la Biblia «de manera implícita». Según él, hay dos razones para ello.
Primero, porque los textos sagrados «prefieren enfatizar la sacralidad de la vida humana tratando de persuadir a sus oyentes de que rechacen el aborto a través de argumentos positivos».
Además, defiende el sacerdote, «para la mentalidad del hombre bíblico, el aborto es una práctica tan explícitamente condenable que no merece grandes discursos para definirla como un gran error», una observación que no compagina con el hecho de que sí existe un mandamiento que dice «No matarás» .
Lo que hay son registros que muestran que la criminalización del aborto fue parte de la mentalidad de los primeros cristianos.
En la Didaché, texto de 16 capítulos escrito en el primer siglo de la era cristiana que fungía como una especie de catecismo, hay un pasaje que dice: «No matarás, por medio del aborto, el fruto del pecho».
«El cristianismo del siglo I ya condenaba explícitamente la práctica generalizada del aborto entre griegos y romanos», destaca Silva.