Tener un pequeño atril en la mesa para elevar el libro o el ordenador, cambiar cada cierto tiempo de postura y de actividad aunque sea sentado -pasar de la lectura a la escritura, por ejemplo- y hacer ejercicio.
Estas son algunas de las recomendaciones para evitar el dolor de espalda en la adolescencia con la vuelta a clase.
Según la Sociedad Española de Columna Vertebral (GEER), el 70 % de los menores de 16 años habrá tenido alguna vez molestias en la espalda, de ellos el 8 % podría sufrirlas de forma crónica. La mayoría de los casos de dolor de espalda, que se dan sobre todo en la adolescencia más que durante en la infancia, son funcionales, es decir, están relacionados con contracturas, malas posturas y la vida sedentaria.
El presidente de la GEER, Luis Álvarez Galovich, explica a EFEsalud que en la infancia “es muy poco frecuente” el dolor de espalda, de hecho, si aparece y es recurrente, hay que sospechar que pueda haber algo más grave detrás, más allá de una molestia postural.
“Para eso los niños son muy flexibles, muy elásticos. Es raro que tengan un dolor de espalda continuado en el tiempo. En la adolescencia, sin embargo, sí, ya pueden empezar a producirse más molestias de carácter más mecánico, por posiciones continuadas”, apunta Galovich, quien también es jefe de la Unidad de Columna del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, de Madrid.
Pero, además, los niños son más activos, están moviéndose continuamente, jugando, con lo que cambian de postura. Sin embargo, en la adolescencia, y sobre todo en estos tiempos con las pantallas, se mantienen posturas más estáticas durante más tiempo. Esto hace que “los músculos puedan perder tono, puedan contracturar y desarrollar molestias”.
La influencia de las pantallas
Cuando están en clase, si están mal sentados, comienza una molestia y cambian de posición, pero, subraya el experto, esa sensación se pierde cuando hay una pantalla delante.
“Con la pantalla, digamos que la atención no se centra en las molestas sino, simplemente, en la propia pantalla, y hace que las posiciones mantenidas sean más prolongadas. Eso se ve, por ejemplo, cuando uno viaja en transporte público. Todo el mundo está usando el móvil y está absolutamente estático. En cambio, si leen un libro, se mueven más”, añade Galovich.
Por esta razón puede aparecer el “síndrome de cuello de texto”. Se trata de un trastorno muscular a causa de la mala posición del cuello al estar inclinado hacia delante durante un periodo largo de tiempo, que puede producir dolor y rigidez cervical.
La GEER explica que el peso medio de la cabeza de un niño ronda los 2 kilogramos. Por cada dos centímetros que se incline hacia adelante, se multiplica por dos la presión ejercida sobre la columna cervical. Esta sociedad médica asegura que la edad a la que puede aparecer la dolencia se está adelantando a causa de los dispositivos.
Una buena higiene postural
Pero el dolor de espalda en la adolescencia y “el síndrome de cuello de texto” no solo puede aparecer por el uso de los dispositivos, también por una mala postura al leer o estudiar en casa porque la posición es continuada y mirando hacia abajo.
Por eso el experto subraya que es “muy recomendable” el uso de pequeños atriles que levanten un poco el libro “para evitar la flexión forzada de la cabeza”.
Además, el presidente de la GEER aconseja no mantener la misma posición durante más de 30 minutos, sobre todo “cuando la cabeza está cayendo continuamente hacia abajo”. De esta forma, se relaja la musculatura, se evita la tensión y las contracturas.
“Y muchas veces combinar lo que es la propia lectura, con algunas otras actividades, como pueda ser simplemente escribir un texto ya te hace modificar la posición”, añade Galovich.
Es importante, asimismo, que la silla no esté tan alta como para tener que curvar el cuerpo hacia delante y que propicie que los codos puedan reposar en la mesa manteniendo la columna recta.
“Sí es cierto que si se trabaja con un ordenador, es mejor hacerlo con una pantalla que este delante, para no tener que mirar hacia abajo”, incide el presidente de la GEER.
Y el ejercicio físico es crucial. “El mejor ejercicio que hay es el que se hace”, resalta el experto. Y no hay que obligar a uno en concreto sino el que le guste al menor, que tonifique los músculos y que disfrute.
¿Cuando es necesario acudir al médico?
Si el dolor continúa en el tiempo y con unas medidas básicas como la práctica de deporte, ya sea aeróbico o de flexibilidad, no desaparecen, es conveniente acudir al médico.
“Si el dolor es continúo en el día, independientemente de la postura que el niño tenga, sufre dolor por la noche o a cualquier hora del día, entonces, en esos casos, hay que ir al pediatra. Y lo mismo si el dolor continúa en el tiempo y pasan varias semanas con un dolor continuo, es conveniente visitar a un especialista”, asegura el presidente de la GEER.
¿Los dolores de crecimiento tienen algo que ver?
El dolor de espalda en la infancia o en la adolescencia no suele estar relacionado con el crecimiento, según Galovich. Puede ocurrir, pero no es lo más frecuente. Es más habitual en otras articulaciones.