Los calores del recién pasado agosto no fueron solo aquí. Vi ayer en el “New York Times” las estadísticas meteorológicas que muestran cómo el número de días al año con temperaturas por encima de 32 grados en Santo Domingo casi se triplicó desde 1960 a 2017.
El Gascue que recuerdo de hace medio siglo nunca tuvo días tan sofocantes ni un clima tan impiadoso. La realidad del cambio climático viene acechándonos, sin que los pocos reales responsables de decisiones trascendentes quieran darse por enterados.
El “dictum” marxista de que por ganar dinero algunos venden soga para que los ahorquen, quizás aplica al tema del calentamiento global. Trump ha relajado las restricciones medioambientales tan drásticamente que en 2017, por primera vez desde 2012, la demanda de carbón subió.
En parte, a ello se atribuye que la economía estadounidense esté creciendo a más de un 4 % anual, mientras Europa con estrictas protecciones ambientales presenta su menor crecimiento de los últimos años. Las políticas gringas hacen menos rentables los desarrollos eólicos y solares. ¡Candela!