La pasada semana, se generó una gran controversia motivada por la supuesta intención del gobierno de aumentar los impuestos.

Ahora que baja la marea, es bueno repasar lo sucedido y afinar los procederes.

Lo primero que queda meridianamente claro, es que será muy cuesta arriba lograr una necesaria reforma fiscal sin que primero, al igual que la antigua Roma, seamos testigos de un espectáculo en el coliseo, en este caso, situado en el centro de los héroes.

Los ciudadanos han emitido una señal muy clara de que su voto por el cambio incluye ver gente presa, y están listos para disfrutar de una lucha de gladiadores.

Cabe pues, respetando la independencia de los poderes, transmitir esa inquietud para que los procesos de investigación se agilicen, y la ciudadanía sacie su sed de sangre corrupta.

Por otro lado, están las reacciones frente a las controversias. Es evidente que en las últimas situaciones que se han presentado, una vez que Luis Abinader ha hablado, las nubes grises se han disipado y el pueblo se ha calmado.  Así pues, el fácil acceso a las redes sociales a los fines de expresar un parecer, puede jugar como arma de doble filo, y alimentar los planes de gente que sin duda hará lo que sea para que un gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) fracase.

No todo lo que circula es cierto, y especialmente si se forma parte del estado hay que controlar el deseo de dar su parecer, y no como censura al legítimo derecho de expresar su opinión, sino como mecanismo de prudencia y cohesión. Si hay discrepancia se discute “aentro”.

No menos importante son los actores, hay mucha gente muy buena pero sin ninguna capacidad política en el gobierno. Personas que vienen del sector privado sin ninguna noción de las implicaciones de manejar ahora una empresa que tiene 10 millones de accionistas, y que todos quieren hablar en la asamblea general.

Es por ello, que cualquier información que vaya ser dada a conocer debe poseer siempre un filtro político, de alguien que le duela el PRM, que posea sabiduría política y que sobre todo sea compromisario del éxito de una gestión que apenas comienza. Y lo hace en medio de una pandemia, con una economía mundial en crisis.

Un párrafo aparte merece recordar que luchamos contra un enemigo corrupto, corruptor y poderoso, que sin duda ha dejado muchas fichas posicionadas, ha colado nuevas y escondió muchas granadas detrás de las puertas de despachos gubernamentales. ¡Fueron 16 años en el poder! Mientras apenas Luis Abinader se acerca a los dos meses.

Entonces, amigos, hermanos, compañeros de partido, repasemos: ¿Qué aprendimos?