5.- El tíguere dominicano. En esta obra, del escritor y periodista nacido en el barrio San Carlos de la capital, Felipe –Lipe– Collado (1947-2016), asegura que existe la cultura del tíguere dominicano.
Es el tigueraje, que no es sinónimo de delincuente, sino el fantástico personaje dominicano, graduado de la universidad de la calle, surgido de la vida de los barrios pobres.
Lipe describe el liderazgo varonil, fiestero, a partir del mundo exterior de los tígueres que él conoció; es decir, aquellos que saben ser mujeriegos, habladores insuperables, pleitistas, enemigo del trabajo “duro”, escalador social, adulón, aparentoso, en fin… que en su máxima expresión pueden ser también líderes políticos.
Llama a eso cultura callejera, y como tal, cree que seguirá siendo por muchos años parte importante de la identidad dominicana.
Nada más opuesto al tigre que el temperamento dominicano.
Aunque no se ha podido determinar el uso de la palabra “tíguere”, lo que quizás se ha querido expresar es que la masa popular se rige por una “cultura de agarre”, porque el tigre tiene garras.
El tigre depende de sus garras, su existencia trascurre con un ritmo muy diferente a como se desliza el comportamiento humano, y más específicamente los dominicanos.
Aunque los cristales de una cultura tienen las características de la cultura misma, los tígueres llaman la atención por su unidad y cohesión.
Pero la cultura del pueblo dominicano se rige por otros símbolos. Somos isleños y no nos interesa el mar ni los ríos, ni como mito ni como masa. Jamás conversamos sobre el mar, ni remamos en él. Tampoco el fuego no ha interesado. No he visto ese elemento en las fiestas populares.
El mar es denso y tranquilo, el fuego no puede estar dividido. Más bien, los símbolos que están atrapados en la música urbana se parecen a lo que describe Lipe Collado en los líderes barriales que siempre buscan salirse con la suya y ganar (agarrar). Esta música, lejos de darnos identidad nos divide.
El tigre (animal) representa otra característica diferente al dominicano. Se ha perfeccionado en el arte de agarrar; los dominicanos, han convertido el tigueraje en agredirse mutuamente, y la agresión se ha generalizado. Cualquier ejemplo sirve, sea serio como la vida de nuestras instituciones públicas, o vulgar, como los perfiles de estos sujetos en los barrios, que describe Lipe Collado en la obra.
Nada más teme el dominicano a no poder “agarrar”, a ganar primero, a mentir si es necesario, de saber quién quiere agarrarlo a uno. Ese es el complejo de “estar chivo”, es decir, no dejarse agarrar (joder). En el imaginario social dominicano, el tíguere es una persona cruel y sanguinaria.
Conocí a Lipe Collado, a su hija Yelidá, en 1997, en la Feria del Libro. Muy correcta las valoraciones que hacen del libro El tíguere dominicano (2004), los intelectuales Francisco Comarazamy (padre), R. A. Ramírez Báez y muchos otros. El club de béisbol muy conocido, los Tigres del Licey, representa el juego, un símbolo nacional y nuestro verdadero temperamento.