¿Pruebas para qué?

¿Pruebas para qué?

¿Pruebas para qué?

Frederich E. Bergés

El pasado 13 de junio el presidente Luis Abinader promulgó el Decreto núm. 324-24 con el cual se declaró de alta prioridad nacional la promoción, la innovación y el desarrollo de la industria de semiconductores en el país.

Este gran reto de promover la fabricación de microchips o circuitos integrados representa una enorme oportunidad para el avance de nuevas aplicaciones de la inteligencia artificial, así como de otras innovaciones tecnológicas.

Una de las bases más importantes para que se pueda cumplir el mandato presidencial en pro del desarrollo nacional es que exista suficiente capital humano en capacidades y conocimientos como para respaldar el impulso de esta nueva industria. Sin embargo, simultáneamente se presenta otra iniciativa en una línea totalmente inversa a la preparación de dicho capital humano.

Nos referimos al hecho de que al concluir el llamado a Pruebas Nacionales para los estudiantes de niveles secundaria y de básica, la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) presenta la consideración de eliminar por completo dichas pruebas. La lógica detrás del reclamo de la ADP es que se deben sustituir dichos exámenes por pruebas diagnósticas.

Esta cuestionada postura ha encontrado voces disidentes de gran autoridad profesional como el caso de EDUCA o exministros de la talla de una Jacqueline Malagón, experta de amplio reconocimiento internacional, así como de otras figuras destacadas de la educación. Está claro que las Pruebas Nacionales, instauradas hace más de 30 años, sirven para calibrar que está pasando en el aprendizaje escolar.

Un país no puede enfrentar los desafíos del desarrollo si sus maestros no quieren que se les evalúe, ni tampoco los centros de enseñanza ni los propios alumnos. ¿Para que la lucha del 4 % del producto internos bruto (PIB) si no es para mejorar la educación?

Y ya que estamos en eliminar pruebas, aprovechemos y eliminemos el examen para la licencia de conducir. La selva sin control ni reglas en que se ha convertido el tránsito ha demostrado que tampoco son necesarias.