Después de vivir muchos años de vida inconsciente, el 16 de agosto es todo lo que queda en la vida que se llama el año 2014. Como si una rendición de cuentas puede cambiar los errores del gobierno, como si la suerte del hombre más simple está en dependencia de una válvula de escape. La provincia del 16 de Agosto es hoy un tiempo fatal, un tiempo en peligro, una revelación de violencia. La muerte de la Patria es la que celebran los parlamentarios, mientras un hombre solo habla con la fuerza de una fe, con afirmaciones llenas de celo y vehemencia por las cosas que dice, y fuera del furor de los líderes que un día van a querer saciar su hambre de gobierno.
Sin embargo, la historia tiene su carácter y los hombres de la patria llevaron una tarea que un día volverá a gravitar en nuestro suelo.
La Patria 16 de Agosto se asfixia sin remedio, antes tenía su imperio propio e intocable. La idea de que talvez, más adelante, iba a publicar algunas bellas páginas de patriotismo, de historias de libertad, se nos convierte en un anticuario.
Esta provincia tiene cierta edad, y se está haciendo cada vez más pequeña y pierde historia de forma rauda: año tras año, fenece en orgullo y en dignidad. Hay que ver solamente la vida moral de una barriada. La ciudad de la provincia 16 de Agosto ya no tiene atractivo, ni luces que mostrar por las noches; la gente vive apiñada, y las grandes mayorías no tiene oportunidad a los servicios.
Cada cinco minutos un acto de violencia delictiva hace palpitar el sentimiento colectivo, y cada otros cincos minutos un accidente de tránsito frustra la comunidad del hombre que se gana la vida con labores informales. Hay razones para creer que el Estado es un caos y sus instituciones un fracaso.
La provincia 16 de Agosto reclama honores y reclama justicia. Uno quiere marcharse, y cuando el lugar al que uno quiere ir no tiene nombre, cuando es indeterminado y no se ven en él fronteras, lo llamamos nacionalidad. En las mejores épocas de mi vida pienso siempre que estoy haciendo sitio, haciendo más sitio en mí; pienso que esta no es la Patria que se contempla con un trozo de cielo que se había hundido en ella; por qué no hay lagos, mar donde pueda disfrutar de los peces, la pradera, los bailes y las tradiciones. Jamás pregunté para qué, ni jamás sentí esto: jamás merecí vivir esto que no merezco vivir.