Luego de la ancianidad, la infancia es el extremo más vulnerable en las fases de evolución del ser humano, y sobre todo lo es en el caso de los infantes que pertenecen a las clases sociales empobrecidas.
Por eso el mayor número y los más difundidos tratados y normativas, son los que tienen que ver con los derechos de la niñez. Sin embargo, en el mundo y en nuestro país, la infancia sigue siendo una etapa de la vida con alta susceptibilidad frente a la ocurrencia de variados y graves males, que hablan, a nivel local e internacional, del dominio del fuerte sobre el débil, del grande sobre el pequeño.
Algunos de esos males son: violencia o maltrato doméstico a menores, pobreza, desigualdad, quehacer laboral (en el país se considera alta la proporción de niños y niñas que realiza alguna actividad de tipo económico), abandono paterno, explotación sexual comercial, violación, matrimonio infantil, mortalidad infantil, baja calidad educativa, rezago escolar, orfandad (en el país ha crecido el número de huérfanos como resultado de los actos de feminicidio, estimándose que se produce un hecho de esta naturaleza cada 48 horas), discriminación y desnutrición.
Dentro de la realidad actual planteada por el virus Covid-19, debemos suponer los daños enormes que para el desarrollo mental y físico de niños y niñas, representa el impacto socio-económico y educativo del virus.
Debemos pensar lo difícil que le ha sido la asimilación del aislamiento físico, la reducción de su interacción familiar, escolar y con su medio ambiente.
La inasistencia a la escuela y al colegio, que son como su segunda casa, los afecta grandemente, al igual que los afecta no interactuar con profesoras, profesores y amiguitos. Debemos suponer sus tensiones y malestar por efecto de un encierro que les cambia toda su rutina. La noticia de la muerte de un familiar o conocido también los afecta.
En estos momentos imaginamos a los niños y niñas como víctimas de la violencia doméstica generada por el gran estrés que existe en nuestros hogares y en la sociedad.
La realidad señalada en el párrafo anterior debe ser pensada seriamente por los padres y tutores de nuestros infantes, en la línea de evitar situaciones que supongan traumas y retrasos insuperables para ellos.
Estimo que los padres deben tomar en serio la problemática, destinando a los niños la atención debida.
En estos momentos los padres deben tirarse al piso y disponer tiempo para jugar con sus hijos e hijas, deben conversar, hacerles historias y anécdotas sobre sus ascendientes, mirar televisión y oír música juntos a ellos. Los padres deben aprovechar los horarios en que se hace posible, para frecuentar espacios de diversión al aire libre y hacer que corran y tomen el sol.
Pensemos en nuestros niños y niñas, protejamos su salud mental y física, que es una forma de asegurar para el futuro inmediato, la salud de la patria.