Tener muchos frentes abiertos. Esto es algo que se ha convertido en el pan nuestro de cada día. Eso de ser multitasking, de hacer muchas cosas a la vez, es cada vez más común y aceptado. Ya no vale que digas yo estudié esto y a eso me dedico. No.
Ahora tienes que tener un currículum tan extenso y con tantas cosas que al final cuando vienes a ver eres incapaz de definir lo que haces de manera simple.
No sé por qué es así. Puede ser porque ahora la competencia es mayor, porque para destacar tienes que saber un poco de todo, pero al final siento que llegamos al punto en el que no somos buenos en nada.
Habrá quien piense que es una mentalidad obsoleta, que los tiempos reclaman las acciones, pero siempre he creído que debería ser al revés: no ir con la corriente en estos casos si no ser capaz de pararse y entender primero qué quieres para luego saber qué ofreces y a dónde quieres llegar.
Y en ese proceso puedes descubrir cosas que te gusten, incluso que se te den bien, pero de ahí a querer abarcarlo todo, a comenzar mil cosas a la vez, a seguir abriendo frentes… solo nos puede llevar a estar siempre en una constante zozobra.
Una vez leí que la clave está en encontrar tu propuesta de valor, aquello en lo que realmente eres bueno.
Y me pareció el mejor de los consejos, porque entonces te enfocas en hacerlo, en ofrecerlo y en llegar al éxito.
Pero ahí llega otra cuestión: cómo descubrir esa propuesta de valor. Y bueno ahí ya entra el tiempo, la formación, el sentido común y el ser capaz de reconocer las fortalezas y las debilidades.
Nada fácil, lo sé.
Pero sí posible.