Rafael Molina Morillo, director de El Día
Mucha gente aprovecha la fecha de año nuevo para proponerse realizar objetivos determinados a partir de “ahora mismo”, pero la experiencia nos ha enseñado que dichos propósitos raras veces se cumplen.
Yo mismo, por ejemplo, he elaborado año tras año una buena cantidad de listados de cosas por hacer, sin resultados positivos.
Este año, sin embargo, he descubierto algo que le da sentido a mi frustrada persistencia: cada vez aspiro a menos riquezas materiales, pero de más valor y trascendencia.
En otras palabras, busco más calidad en pocas cosas a cambio de mayor cantidad en otras. Prefiero alcanzar determinados logros inmateriales en vez de acumular dudosas cuestiones materiales.
Cada vez me convenzo más de que no necesito tantos objetos como los que me rodean y ocupan espacio a mi derredor, y que por el contrario lo que me falta debo buscarlo dentro de mí mismo.
Como puede colegirse, mi lista de año nuevo es bien corta. Es más, ni siquiera requiere escribirse. Basta con vivirla.
