Dr. Rafael Molina Morillo, director de El Día.
El cambio climático no ha tenido nada que ver con la temporada de nieve que, como todos los años en esta época, azota a la región del Caribe, especialmente a la República Dominicana. (Sí, he escrito “temporada de nieve”, usted no se ha equivocado al leer).
Me refiero a la falsa nieve (copos de algodón) que adorna los arbolitos de Navidad y los Nacimientos, en una manifiesta falta de personalidad y ausencia de creatividad que se ponen de manifiesto en esta época del año.
¿Hasta cuándo seremos tan impersonales relegando a un segundo plano a los tradicionales Reyes Magos para ceder su espacio a Santa Claus con su prematura y ostentosa carga de regalos?
La falsa nieve, por lo tanto, no procede, y debería desaparecer cuanto antes. En su lugar lo que debemos enaltecer son los motivos vernáculos que el ingenio creativo de los dominicanos debe sacar a flote.
Santa Claus y su falsa nieve son una mentira, un entrometimiento foráneo que debe ser puesto en su sitio, donde no pueda atentar contra nuestras tradiciones.
Que se derrita pronto es lo mejor que puede pasar. A otro perro con ese hueso. Go home, Santa Claus con todo y nieve. ¡Qué vivan los Reyes Magos!
