Porque… “La educación consiste en enseñar a los
Hombres, no lo que deben pensar, sino a pensar”
Una educación carente de fanatismo y
Dogmas libera al hombre de la celda
De su clase, raza, tiempo, lugar,
Ancestros, familia y hasta de su país.
A. Huxley.–
Tal y como escribiera mi apreciado y siempre amigo Don Miguel Cocco, quisiera pensar que el comportamiento y accionar dentro del alma torva de nuestros “representantes”, en su gran mayoría, sea producto de que “nuestra naturaleza humana nos hace pensar razonablemente y actuar insensatamente”. Quizás sea esa la explicación ante ese divorcio radical entre lo que expresan y lo que ejecutan.
La soberbia, arrogancia, prepotencia e indiferencia ante los problemas fundamentales que padece la nación, son la mejor carta de presentación de un gran porcentaje de los políticos nuestros. Congelar en la Constitución la división territorial, no tiene importancia, porque les quita “trabajo” a los compañeritos sean del bando que fuesen, ya que no se pisan las sogas entre “ellos”; anular la llamada Cámara de Senadores y Diputados para establecer una sola cámara de “representantes” con no más de dos por Provincia, es una utopía y que solo lo pueden pensar orates.
Ser dócil corderito antes de ser elegido es su accionar y después, como dijo un humorista español; “prometer hasta meter y después de haber metido, nada de lo prometido”. Solo arrogancia y soberbia ante todo aquel que no se arrodille ante su poder. Solo buscan afanosamente, parodiando a J.F.K., “buscan el poder hasta obtenerlo cabalgando a lomo de un tigre, acabando dentro de él”. Y ese tigre lleva por nombre, en este caso… ¡Corrupción!
Nos gastamos políticos que hay que tratar con sumo cuidado, ya que su comportamiento es con relación a los objetivos nacionales, como el cazador de conejos, ya que ahuyentan las grandes presas. Y no es como alguien quiso insinuar sobre nuestro concepto, por cierto –compartido por una gran mayoría de dominicanos conscientes-, de que todos los políticos son ineptos, corruptos, ambiciosos y cuantos epítetos degradantes de lo que se considera un comportamiento moral o ético, no señor, porque el todo en el ser humano no existe, porque nadie es perfecto, perfecto solo Dios y no reside en la tierra.
Por esa razón no generalizamos ysolo decimos como son determinados políticos. Pecaría de injusto si pusiese ejemplo de los políticos serios y preocupados por el bienestar general de este país, ya que en las páginas de este medio no cabrían todos. Pero, los sinvergüenzas y anodinos que se consideran líderes, solo porque un grupo insignificante de alabarderos, normalmente corruptos e ineptos como ellos se lo hacen creer, son mucho más. Su persona es poco menos que nada, solo el puesto los hace respetables y hasta se hacen llamar “Don”. Y en verdad son grandes hombres, siempre y cuando se les llame bajo las condiciones de Seneca; “Algunos se les considera grandes porque también se cuenta el pedestal”.
Son especialistas haciéndonos promesas y siempre nos quedamos como Penélope, poniéndonos viejos esperando en el andén. Por eso reiteramos mil veces mil que todos nuestros ancestrales y actuales problemas, culpables han sido y son los políticos, con sus ambiciones desmedidas, su “asqueante” clientelismo y el aprovechamiento abusivo de la ignorancia de este pueblo pendejo.
La corrupción crece como la verdolaga o la lila en aguas putrefactas, por el rico alimento que le proporciona los políticos. Los pobres padres de familia se convierten en su mayoría en vándalos bajo el apoyo de estos mal llamados políticos; las autoridades no ejecutan las leyes por la intromisión clientelista de los políticos y aquel que tenga dudas sobre esto, que mejor ejemplo que los mal llamados “dueños del país”, un negocio individual saturado de bono gas; bono luz; bono gomas y bono impunidad, sobre todo.
Por eso, cada homenaje que estos elementos les hacen a esos portentos hombres de la política desaparecidos ya, con todo y sus naturales defectos humanos, como Miguel Cocco; Peña Gómez; Joaquín Balaguer y el profesor Juan Bosch, simplemente es una ofensa, una burla a su memoria, una falta de respeto. ¡Así nomas! ¡Si señor!