Dice un proverbio iraní que “las promesas tienen valor, sólo para quienes creen en ellas”. Y cuánta razón tiene ese proverbio en muchas personas del entorno de cada uno de nosotros.
En tiempos electorales prometer es el verbo más usado y manido en la boca de todos los candidatos políticos que se enfrentan a una contiendan electoral.
¿Qué les parece a estos políticos si trabajan más en resolver las urgentes carencias en vez de ir por la vida prometiendo tanto?
De promesas y buenas intenciones están trillados los caminos electorales y proselitistas en medio mundo. De eso viven los políticos de llenarse la boca con “promesas” que a veces ni ellos mismos se dan cuenta o se escuchan cuando hablan.
Todos solucionarán definitivamente el problema de la energía eléctrica, el agua potable, salud pública, bajarán los precios de los alimentos de primera necesidad, no habrá corrupción ni violencia en las calles del país, etc, etc… Esos puntos vitales que deberían estar garantizados hace años a la ciudadanía siguen generando “promesas”. Las generan porque aún ningún gobernante lo ha solucionado.
Al contrario, todos los gobiernos, sin excepción, se han enfrascado en fastidiar más la situación de la energía eléctrica, pagando la ciudadanía la energía más cara del mundo sin tenerla, tengamos memoria!! El agua sigue en desabastecimiento constante en muchos barrios de la capital y ciudades del país, y la salud pública, ya conocemos de sobra la situación urgente por la que atraviesa el sector salud.
Entonces, ¿qué prometen?
También, la publicidad política que hemos estado observando y consumiendo es otro tema que lleva las mismas promesas de siempre, argumentos gastados, mismos eslóganes, clichés en las cuñas de televisión y radio, música estridente de pésima calidad y una contaminación visual sin precedentes.
Todos los partidos y candidatos gastando millones de pesos en propaganda absurda y fea, por supuesto, ninguna publicidad como la del gobierno, que cada día invierte millones a través de distintos medios de comunicación y en las calles. Para la reelección sí hay recursos. Sin embargo, para la pensión de los cañeros no.
Y por supuesto, en estos tiempos arrecian los voceros y defensores del gobierno, donde todo lo malo es un simple espejismo de la población. Éstos “profesionales”, bien pagados y resarcidos, hacen uso del micrófono para defender cada día lo indefendible, convirtiendo los medios de comunicación en una verdulería barata.
Muchos de ellos sicarios de la palabra, dentro de la variopinta cantidad ingente de programas de radio y tv., en el que todos, sin exclusión, han cambiado su contenido para solo hablar de política, llevar candidatos a realizar entrevistas o ministros de gobierno a costos elevadísimos. Este tiempo de campaña electoral es el gran “agosto” de los medios.
En países como el nuestro, donde la política mueve los cimientos de esta sociedad, el carnaval grotesco y atrasado que estamos observando nos deja claro que no avanzamos.