Un amigo libador se lamentaba de la crucifixión, preguntándose cómo los judíos y romanos pudieron matar al único hombre que convertía agua en vino.
¡Cuánta profanación! En el asueto tanta o más gente bebe que quienes rezan o meditan. ¡Qué tremenda canana para quienes no toman!
La alegre recomendación de beber por los beneficios del vino, ciertos destilados y dizque hasta el mabí, quizás no haga mucha falta en un país de bebedores.
Nuestra cultura, con raíces de caña y rica en alambiques, alienta y estimula la bebedera desde la niñez.
El vino es más reciente. A los alcohólicos en recuperación, grupo mayor de lo sospechado, y los activos inconscientes o cobardes, un solo trago puede llevarlos al hospital, manicomio, la cárcel o morgue.
Quienes deseen aprovechar o malgastar estos días disfrutando sus traguitos sanamente, anestesiando o ahogando sus penas y temores en alcohol, fuñan menos con quienes ya bebieron o no quieren.
Respeten al abstemio. ¿No es más sano apreciar la sobriedad y el sano juicio? ¡Feliz Pascua de Resurrección!