Hoy quería tratar el caso Odebrecht y detenerme en las bocinas millonarias, súbitamente en llamas; referirme a los testaferros y chivos expiatorios, pero no. Eso sería desviarme del camino, caer en lo que posiblemente sea una escaramuza, una humareda, un truco de cámara, un chisme entre compadres.Por eso prefiero hablar de primarias abiertas y democracia cerrada.
En el billar hay un tiro que solo pueden hacer aquellos expertos como Jando, Chiche o El Socio; se llama “carambola” y consiste en golpear con el mingo una bola y con esta a otra. A menudo el interés principal del jugador no es darle a la primera, sino meter la segunda. En política suele ocurrir algo parecido. La diferencia es que el billar es un juego entre dos o cuatro personas, mientras la política nos concierne a todos, hasta a quienes no votan.
Efectivamente, al igual que en el billar, muchos políticos dominicanos, simuladores por excelencia, acostumbran a decir una cosa y hacer otra.
Es por eso que nadie cree que el afán de Danilo Medina y la facción que encabeza dentro del PLD sea únicamente que se apruebe la ley de partidos con primarias abiertas en aras de que haya una amplia participación en la elección de los candidatos de todos los partidos. Falso. Solo los ingenuos no pueden ver más allá.
El objetivo no son las primarias, donde buscaría aplastar a Leonel Fernández, el segundo paso, que sería la meta, es otra modificación a la Constitución que permita nuevamente la reelección de Danilo Medina… aunque entre el mar. Aunque al final el partido, la democracia y el país terminen como casi todos los superhéroes de la película “Avengers”: desintegrándose, hechos polvo, polvo que se lleva el viento.
Y aquí es donde la puerca retuerce el rabo. Porque como ocurre en el billar, a veces ese tiro de “carambola” que uno imagina perfecto, termina con el 8 entrando a una boca equivocada y el mingo “bañándose” en otra. Y el que hizo la jugada pierde la mano, “por privar en bola 8” (como diría mi hermano José).
Una cosa que olvidan los danilistas, gente de la que nadie imaginó tuvieran un estómago tan fuerte, es que no están solos en este juego.
Además de la oposición, endeble por demás, hay que ver si Leonel Fernández tiene el temple necesario para frenar el plan maestro en marcha que pretende enterrarlo para siempre. También hay que ver si Hipólito Mejía no la embarra al final y divide el bloque de diputados del PRM. Ambos expresidentes deberían saber que si el oficialismo logra imponer las primarias abiertas el próximo golpe sería demoledor para ambos: la reelección de Danilo a como dé lugar.
Por eso, creo que Luis Abinader, Leonel Fernández, Hipólito Mejía y el resto de la oposición deben actuar esta vez como los Tres Mosqueteros (que en realidad eran cuatro), bajo la consigna: “Todos para uno y uno para todos”… o terminarán bajo una pesada lápida.
Mientras tanto, yo sigo aquí viendo bocinas arder… y no es París.