Ante una sociedad con necesidades públicas ilimitadas y con recursos limitados, es mucha la calidad que su liderazgo necesitará para administrar y gerencial el espectro, sin que se rompa el equilibrio antes de tener resultados positivos hacia un desarrollo integral de la sociedad, que genere esperanza en los sectores donde se retarda la llegada del bienestar.
Nosotros sufrimos, como toda América de una enorme brecha social, donde los salarios promedios de los sectores más bajos de la comunidad activa económicamente son superados en más de 30 veces por los salarios de los sectores privilegiados por la iniquidad socioeconómica, con salarios tan bajos y escasos que no alcanzan a satisfacer la canasta alimenticia de menor suma de caloría.
Un buen liderazgo se consigue cuando las comunidades crean capital social, una tarea a la cual han renunciado nuestros líderes y partidos políticos, que se desgastan en la lucha por el poder con una visión estrecha de administrar recursos sin visión ni estrategia clara de por dónde encaminar la sociedad para obtener los mejores resultados con menores esfuerzos, creando valor público.
Ya no es un problema ideológico, porque podemos ser de derecha o de izquierda, lo importante es tener un plan con propósitos bien definidos y consensuado que logre resultados visibles, palpables por toda la sociedad, y solo se obtiene con instituciones con autoridad y buena dirección en el manejo de prioridades ante las ilimitadas necesidades y los pocos recursos económicos de que disponemos.
Algo que sí es fundamental, es que nuestros líderes tengan muy en cuenta las dimensiones fundamentales dentro de sus propósitos; aquellas acciones que creen valor público.
En primer lugar bienestar humano, desarrollo social y ético con integración con dignidad y equidad.
Procurar una economía productiva, desarrollo económico con estabilidad y solvencia económica, pero con apertura que ofrezca oportunidades.
Sostenibilidad ambiental, donde nuestras acciones económicas no degraden el medio ambiente y deterioren la sostenibilidad al futuro de nuestras generaciones.
O sea, debemos procurar la armonía entre la explotación de nuestros recursos con la biodiversidad, y no menos importante, la gobernabilidad, seguridad y participación, donde podamos desarrollar cívicamente el comportamiento social que fortalezca la democracia participativa con respeto.
Pero necesariamente nuestros líderes actuales deben empeñarse en formar los hombres y mujeres que deberán sustituirles; y así como un padre, como es mi caso, se siente orgulloso por tener hijos superiores, nuestros gobernantes de hoy deben sentir orgullo de impulsar los nuevos liderazgos que puedan protagonizar mejor el desarrollo integral del país.
Yo apelo a que los líderes de mi partido, tengan la suficiente madurez y calidad de asumirlo los cambios urgentes y vitales que estamos necesitando. a la sentencia dictada en única instancia, solo la demanda.