Si de algo sirve la cuarentena, aparte de evitar la propagación del Covid-19, es para ejercitar esa parte del organismo tan sub-utilizada en sociedades tropicales: la mollera. Difícilmente cualquier problema que usted tenga resiste dos o tres horas de pensarlo serena y razonadamente.

Veamos por ejemplo el problema de la disminución de la economía dominicana por la situación sanitaria excepcional.

Fábricas cerradas, comercio disminuido, empleos perdidos… todo apunta al descalabro importante, empeorado porque el gobierno no cuenta con recursos ilimitados para ayudar, evitando el hambre de los pobres y estimulando las empresas para que no quiebren.

De todos los sectores, el turismo es el que más impacta a los demás. Si yo fuera un planificador o ejecutor de políticas públicas, mi prioridad ahora mismo sería preguntarle a Central Romana, Frank Rainieri, los hoteleros españoles, y demás líderes del sector, qué apoyo gubernamental necesitan para acelerar su recuperación.

Podrían sorprenderse los funcionarios al ver que hay medidas sencillas de enorme impacto y ningún costo para el Estado. ¡Háganlo ahora; luego será tarde!